¿Era Valle-Inclán ateo o anticlerical con alguna creencia religiosa? ¿Era realmente de convicción de izquierdas como así lo defendieron las clases populares y dirigentes socialistas de su época?

En el libro editado por Xerais A morte de Valle-Inclán -Javier del Valle-Inclán, Carlos G. Reigosa y José Monleón-, se deja claro que Valle-Inclán falleció el 5 de enero de 1936 en Compostela de la que escribió una vez: "De todas las rancias ciudades españolas, la que parece inmobilizada en un sueño de granito, inmutable y eterno, es Santiago".

Aquí llegó el creador de Luces de Bohemia enfermo de muerte en 1935, aunque en esa altura quizás aún no supiese que estaba en sus últimos días por un cáncer de vejiga que lo postró en cama en los últimos meses. Valle esperaba convencido -según se desprende de sus cartas- que confiaba en curar con el tratamento de radio que le administraban.

En la ciudad, disfrutó de paseos, tertulias y conversaciones con paradas en el Derby y comidas en El asesino. De las palabras de su nieto, se sobreentiende que la situación económica no era boyante y amenazaba con empeorar si prosperaba el pleito de divorcio de su mujer. De hecho, una junta empezó a recaudar dinero para que pasase sus últimos días en un pazo.

Pero fue en vano. El día 5 de enero de 1936 murió. Según este libro, no recibió la extrema unción. La versión es que en el sanatorio donde estaba lo evitaron sus allegados dando largas a los sacerdotes que lo intentaban. No recibió los Reyes porque ese día lo enterraron en Boisaca, en medio de un diluvio. Miles de obreros de diferentes puntos acudieron a despedirlo y esos miles se perdieron en las calles resguardándose de la lluvia. Quedaron los leales, entre ellos, Castelao, portando el féretro.

Un joven le arrancó el crucifijo de la caja mortuoria defendiendo que era ateo y no debía portarlo; un grupo de falangistas quiso hacer mofa del sepelio fuera de lugar religioso y mató un perro para intentar enterrarlo a su lado.