Helena Cosano aclaró que su novela "Teresa. La mujer" (La Esfera de los Libros" no pretende ser una nueva biografía de la Madre Teresa de Jesús porque sobre ella, que nació hace quinientos años, se han escrito millones de páginas, y la obra de la propia santa es tan clara, precisa y extensa, que parece superfluo reescribirla. La escritora decidió meterse en su piel, tras mucho conocerla.

"Esta novela la imagina libre del todo -dice- cuando ya está en ellecho de muerte. Libre, sin temor al qué dirán, a sus directores espirituales, a la Inquisición, libre como un alma desencarnada, como sólo se puede ser cuando ya no se espera nada de nadie y quedan muy pocas horas de vida. ¿Qué nos diría una madre Teresa anciana y enferma, si aún tuviera todas sus facultades y suficiente fuerza para sostener una pluma y escribir, si supiera que ya no tiene nada que temer, ni a los poderosos, ni a sus hermanas e hijas, ni a sus amigos y aliados, ni a sus más terribles enemigos? ¿Qué escribiría si supiera que su alma está a punto de reunirse con su Señor,?".

La crisis de los 40

"A los cuarenta años -dijo-, la vida de Teresa da un vuelco. Es entonces cuando se produce su "conversión". Adquiere la certeza de que tiene una misión, un encargo divino que justifica su existencia aquí, que sin ella no tendría sentido ni valor. Y entonces, su vida se acelera, no sólo los progresos espirituales, sino también su obra en el mundo material. Numerosos viajes, encuentros decisivos como los mantenidos con San Juan de la Cruz o el Padre Gracián, personas que se cruzan en su vida para ayudarla en su misión. Una mujer tan poco convencional no podía dejar indiferente: provocaba admiración e incluso veneración, pero también escepticismo y hostilidad.