Vivió 32 años ininterrumpidos a la intemperie frente a la Casa Blanca en una llamativa protesta, primero por la recuperación de la tutela de su hija y luego, contra la política militar norteamericana. A golpe de gritos y pancartas, su acampada pacifista frente a la residencia del mandatario más poderoso del mundo fue inmortalizada por miles de turistas en Washington D. C. La lucha diaria de la viguesa Concepción Martín Picciotto -entre la obstinación y la resistencia- se apagaba para siempre el pasado lunes. Pero la gallega también conocida por Conchita o Connie, que fallecía en un refugio para mujeres sin techo, logró entrar en las páginas de la historia como la persona que mantuvo la protesta política más larga en EE UU, durante 32 años. Y en alguna ocasión, su reivindicación le valió 90 días de cárcel.

Eso sí, hacía ya algo más de dos años que había sido desalojada de su tienda-refugio en Pennsylvania Avenue. Tanta popularidad cosechó la viguesa en la ciudad que el prestigioso rotativo The Washington Post informó entonces del desmantelamiento de su "vigilia por la paz", donde llevaba desde 1981. Corría el año 2013 y algunas voces de representantes políticos justificaban la vuelta de la "eterna protestante" a los jardines de la Casa Blanca. "Son malos vecinos", aseguró Conchita a FARO entonces. Se refería a la administración de Obama, que no le resultaba diferente de la de Reagan, Clinton o los Bush. "En estos duros momentos es cuando más me acuerdo de mi infancia en Vigo", rememoraba, ya como residente en la Casa de la Paz en Washington, junto a otros activistas y pacifistas.

Aunque la fecha exacta de su nacimiento en Vigo es aún una incógnita -Wikipedia la fecha en 1945- su caso aparece reflejado en el archiconocido documental de Michael Moore "Fahrenheit 9/11" .

De su muerte informaban desde el refugio para personas sin hogar "N Street Village" ayer a la prensa. Pese a que había sufrido una caída recientemente, se desconoce la causa de su muerte. Pero, ¿quién fue realmente Picciotto?

Pocos detalles se saben con certeza sobre su vida antes de emigrar a EE.UU, salvo los de algunas fuentes locales que situaron su infancia enfrente del antiguo cine Fraga, entre las calles Uruguay y Colón de Vigo. Emigró a Nueva York en 1960 y trabajó en la Gran Manzana como recepcionista en la oficina comercial de la embajada española, para casarse más tarde con un emigrante italiano, de quien adquiriría el apellido y con quien adoptaría a una niña. Pero a Conchi se le torció la vida en 1974 al divorciarse. Parece que un tribunal de Manhattan concedió al marido la custodia de su hija y, a partir de ese momento, Conchita se quedó sin familia, sin casa... La convicción de que su marido quería separarla de su hija fue la que la llevó a Washington por primera vez en 1979, con la intención de buscar ayuda entre la clase política para recuperar a la niña, pero su empresa no resultó exitosa.

Fue entonces cuando conoció a William Thomas, un activista contra la proliferación nuclear que ocupaba una tienda de campaña frente a la residencia presidencial, y decidió unirse a él. Desde entonces, y durante más de tres décadas, Conchita Martín Picciotto no abandonó esa posición pese al fallecimiento de Thomas en 2009. Conchita aseguró entonces que no se movía de su emplazamiento "ni en invierno ni en verano, ni de noche ni de día". Mientras hacía el gesto de la paz y sostenía un cartel "Contra la bomba atómica" explicaba en una entrevista televisiva su objetivo: "Que las nuevas generaciones tengan un lugar seguro en el que habitar". Ayer su mensaje dio la vuelta al mundo.