A sus 89 años y con 96 películas a sus espaldas, Mariano Ozores, uno de los directores, guionistas y cómicos más prolíficos y rentables del cine español, y próximo Goya de Honor, sigue haciendo gala del humor con el que conquistó a millones de espectadores entre la década de los 50 y los 90. "Hoy haría una película sobre Podemos. López Vázquez sería un Pablo Iglesias estupendo", afirmó ayer en un encuentro con periodistas en la sede de la Academia de Cine. "Nadie me lo va a pedir, pero sería un acierto. El pueblo se ha lanzado a la política, y eso es muy gracioso, es para partirse de risa", añadió.

Cuando el próximo 6 de febrero suba al escenario a recoger el Goya a toda su trayectoria, Ozores tendrá un recuerdo especial para todos los grandes actores con los que ha trabajado.

"Me recuerdan ratos muy agradables", dijo el autor de títulos como "Operación secretaria", "Los bingueros" y "¡Que vienen los socialistas!". "Nos divertíamos mucho en los rodajes; yo siempre decía lo mismo antes de empezar: 'Vamos a hacer una película y de paso vamos a divertirnos'. Y nos divertíamos", señaló.

El otro guiño lo lanzó al público, que acudía en masa a ver sus películas. "El público es todo lo que soy y todo lo que fui, a él le debo todo. Se hace cine para el público, no para satisfacerse uno mismo", dijo el cineasta, hijo, padre y hermano de actores.

Otra cosa ha sido la crítica. "Nunca me ha tratado bien", afirmó. Con una excepción, ha apuntado una periodista en la sala: el drama de ciencia ficción "La hora incógnita", que justamente se estrelló en la taquilla.

"El título original era 'Dios eligió a sus viajeros', pero la distribuidora me dijo que la palabra 'Dios' no era rentable y lo cambió", desveló Ozores. De la experiencia aprendió algo importante: "Que no hace falta meter mucho dinero en una película para que sea rentable. Hay que ser ingenioso, eso sí, y yo creo que lo he sido".

Aunque ayer defendió la crítica y la parodia como elementos esenciales de sus comedias, también admitió que hubo temas con los que no se atrevió. "Con Franco no me metía, no tenía valor". Tampoco con la Iglesia.

Los rodajes se hacían rápido. Lo normal era rodar cuatro o cinco títulos al año, a veces hasta seis. "No perdíamos el tiempo: el tiempo era dinero", aseguró.

Del cine actual se reconoce en sagas como la de "Torrente". "Es una exageración de las mías", comentó. Y aplaude los "Ocho apellidos", vascos y catalanes. "Es el cine que hay que hacer ahora", opinó el director.