Johnny Cifuentes lleva 40 años al pie del cañón en Burning. Mantiene la risa abierta, las ganas de fiesta, el toque de chulería y, sobre todo, la pasión por subirse a los escenarios y hacer vibrar al público. El próximo 5 de febrero volverán a conseguirlo en el hall del auditorio Mar de Vigo en "La Fiesta Rock" (21.00 horas), en la que actuarán junto a Wyoming y los Insolventes. Las entradas ya están a la venta.
-¿Cómo plantean este concierto con Wyoming en Vigo?
-Wyoming y yo nos conocemos desde los años 70 porque ensayábamos en los mismos locales, como el Papi, en la carretera de Barcelona. Nos hemos seguido viendo después, ya que aunque él se metió mucho en la televisión no ha dejado nunca el contacto con el rock. Hace poco coincidimos en una zona de Cádiz y nos pidió que subiéramos a cantar con él y estuvo muy divertido. Estamos muy cómodos juntos y espero que podamos hacer alguna sorpresa en algún tema, que eso siempre gusta al público. Por nuestra parte, intentaremos reunir un repertorio que resuma nuestros 40 años en la música y 17 discos; con algunos clásicos que no pueden faltar, como "¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste?" o "Esto es un atraco", y temas también de nuestro último trabajo.
-Han pasado unas navidades con numerosos conciertos.
-La banda pasa por un buen momento y eso me da una alegría increíble. El año pasado celebramos nuestros 40 años con un CD+DVD, "Vivo y salvaje", en el que recogimos el concierto aniversario celebrado el pasado 9 de mayo en el antiguo Palacio de Deportes de Madrid y estamos preparando nuevos temas... El rock es un veneno que se te mete dentro y no sale.
-Los músicos jóvenes que les siguen se preguntarán cómo han conseguido mantenerse tantos años en la música.
-Esto hay que vivirlo, como las travesías en el desierto. A lo largo de los años hemos superado muchos egos y aprendido a convivir en lugar de liderar. Además, hay que creer en lo que haces, tener constancia y estar realmente enamorado de la música. Yo, desde luego, no he encontrado nada que me guste tanto como Burning.
-Pero supongo que las sensaciones sobre el escenario, después de tantos años, habrán cambiado...
-Tengo alguna arruga más y algún pelo menos, pero aún existe ese bocado del lobo o mariposas en el estómago, como quieras llamarlo, antes de salir a un escenario. Ningún concierto es igual, aunque el repertorio sea parecido. Y cuando fluye todo bien ves el cielo y no cambio esa sensación por nada. No siento que me haya llegado el momento de dejarlo. Tengo un bar y podría estar simplemente allí, pero no es lo que quiero. Me pasará como a Bowie, cuya muerte fue un gran disgusto para mí, que hasta el último momento estaré componiendo.
-Fernando Colomo ha rodado un documental sobre Burning, ¿cómo será?
-Fernando lleva casi dos años filmando nuestros conciertos, viajes en la furgoneta, noches de hotel, camerinos, lo que hacemos antes y después de tocar... Pero además, incluirá material de nuestras cuatro décadas de historia del archivo de Televisión Española. Creo que gustará mucho a los 'burnianos'. Tiene demasiado material y ahora le va a costar seleccionar... A ver si para primavera ya está listo, que estamos muy ilusionados.
-Como adelanto al documental..., ¿qué hacen después de los conciertos?
-Normalmente nos quedamos a celebrarlo con la gente, aunque depende de como haya sido la noche, si nos han tratado bien... Algunas veces nos hemos vuelto directos a Madrid.
-Dice que empezó con el teclado por imposición, porque era el hueco que quedaba en el grupo. ¿Luego surgió el amor?
-¡Por supuesto! Y sigue durando. Es el instrumento con el que compongo. Además, mi historia con el teclado es muy chula porque me enseñó a tocar un monje de Tarragona que tocaba el órgano en una iglesia.
-¿Fue este monje después a alguno de sus conciertos?
-Hace poco fui a Tarragona y conseguí dar con él pero estaba enfermo y no pudo venir al concierto. Espero volver a verle e, incluso, tocar algo juntos.
