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Candia: "Se incrementaron las conductas violentas y delictivas entre los jóvenes"

"Los trastornos de inicio temprano, como agresión y desobediencia, son predictores de un comportamiento antisocial en la adolescencia y en la edad adulta", dice la psicóloga

Lleno en el auditorio vigués Areal para escuchar la charla sobre trastornos de conducta. // Marta G. Brea

"Es un hecho bien reconocido que los problemas de conducta en la adolescencia y en la juventud, así como las conductas agresivas y delictivas, se han incrementado notablemente en estos últimos años, provocando una gran preocupación social por cómo revertir esta tendencia", dijo ayer en el Club FARO la psicóloga María Ferreiro Candia, directora del Instituto de Tratamiento de la Conducta de Vigo.

Presentada por el psicólogo y sexólogo Emilio López, los "trastornos de la conducta en niños y adolescentes" fueron el objeto de su charla, en la que afirmó que estos trastornos afectan del 2 al 7% de los niños en edad escolar, y del 5-10% de niños de edades comprendidas entre 5 y 15 años. "Estos trastornos suponen hoy en día -dijo- uno de los diagnósticos más frecuentes en las unidades de salud mental infanto-juvenil, donde constituyen algo más de la mitad de las consultas clínicas que se realizan siendo el porcentaje de niños con TC superior al de niñas".

"La categoría diagnóstica de "trastorno del comportamiento perturbador" -explicó- hace referencia a la presencia de un patrón de conducta persistente, repetitivo e inadecuado, que se caracteriza por el incumplimiento de las normas sociales básicas de convivencia y por la oposición a los requerimientos de las figuras de autoridad, generando, como consecuencia, un deterioro en las relaciones familiares y/o sociales".

Según Candia, algunas investigaciones han señalado que los problemas de conducta de inicio temprano, como la agresión y la desobediencia, son importantes predictores de un comportamiento antisocial en la adolescencia y en la edad adulta. La evolución dentro de dicho continuo podría producirse como consecuencia de un desarrollo psicosocial deficiente, producto de unas pautas educativas desajustadas y una mayor disponibilidad/ accesibilidad a modelos de referencia inadecuados.

Difícil diferenciación

Reconoció que, a la hora de acudir o no a un profesional, son difíciles de precisar los límites que separan estos trastornos de lo que es un mal comportamiento, pero señaló que "los problemas pueden involucrar comportamientos hostiles, agresivos o desordenados durante más de 6 meses. Los niños con trastorno de conducta tienden a ser impulsivos, difíciles de controlar y despreocupados por los sentimientos de los demás. Dañar o amenazar a otras personas, mascotas o a sí mismos, comportamiento cruel o agresivo hacia personas y animales..."

"Existen evidencias -dijo- de que los trastornos de conducta severos que presentan los preescolares sitúan a estos niños en un alto riesgo de presentar trastornos de conducta en edad escolar, adolescencia y edad adulta. "Tras precisar una serie de señales que delatan a diversas edades hasta los seis años la presencia de estos trastornos, habló de sus causas: " Los trastornos de conducta no son una entidad simple, sino el resultado de la interacción de diferentes factores biológicos, ambientales y psicosociales. Los factores ambientales/ psicosociales y emocionales son incluso más importantes. Los abusos, el maltrato, las carencias afectivas severas en la infancia y los estilos educativos y/o comunicacionales inadecuados son claros predisponentes de un TC.

El hecho de que la mayor parte de estos trastornos vengan desencadenados por factores contextuales y educacionales, es para esta psicóloga "realmente alentador en el sentido de que es posible establecer un cambio en el comportamiento de los menores siempre y cuando exista un verdadero compromiso de aprendizaje de nuevas estrategias más adaptativas por parte de los padres".

Opina Candia que a veces se les pone una etiqueta injusta porque no se comportan mal voluntariamente, sino que no pueden controlarse, su baja madurez neurológica se lo impide. En muchos casos estos niños y adolescentes tienen un "techo" neurológico que les impide dar las respuestas oportunas.

" Estos niños y adolescentes desafían a sus padres y maestros, no aceptan su autoridad y en algunos casos llegan a transgredir las normas sociales, recurriendo a la violencia y a las mentiras ante cualquier frustración... Y el abordaje terapéutico en muchos de estos casos, debidos a las pautas de crianza, debiera pivotar alrededor de la intervención terapéutica con los padres".

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