María Tablado, viguesa de 23 años, decidió irse de au pair a Italia por primera vez hace tres años. "Después quería hacer un Erasmus, así que era una buena opción para ir aprendiendo el idioma", cuenta. Florencia fue su primer destino. "Cuidé a tres niños, unos gemelos de 7 años y otro de 9, en la casa de vacaciones que tenían los abuelos. Para aprender el idioma es una forma ideal porque los niños no paran de hablarte", asegura. Al año siguiente repitió con ellos y el verano pasado probó en Holanda, con otros tres niños, de 2 años (con el que aparecen en la foto, durante una visita que le hizo su hermana Ana), 7 y 10.

Tanto le gustó la experiencia que su hermana Ana, de 21 años, se animó a probar el año pasado. Su caso, en cambio, resultó fatal. "Contacté con mi familia a través de la familia con la que había estado mi hermana. Habíamos quedado que estaría un mes con ellos, en una casa de vacaciones, y a los 10 días me dijeron que habían cambiado de planes, que tenían que volver a su casa y que yo no cabía, así que me tenía que volver... Ni siquiera me querían pagar el billete de vuelta", lamenta. Finalmente, la familia le pagó el billete y Ana se volvió a Vigo bastante desencantada. "Me dio pena porque con los niños estaba muy contenta. Yo no tenía ningún tipo de contrato, es mejor ir con las cosas más cerradas", aconseja. Para resarcirse, este año está haciendo un Erasmus en Perugia. "Quería aprender el idioma en verano con la familia, pero no pudo ser", concluye.