El mando del Titanic fue confiado al mejor capitán de la época, Eduard James Smith, el capitán Smith. Llevaba 35 años en la White Star Line y jamás había sufrido ningún grave accidente. Le llamaban "el capitán de los millonarios" porque la naviera siempre le confiaba el mando de sus mejores y más modernos barcos. Este iba a ser su último viaje, ya que se jubilaba a la llegada del Titanic a Nueva York.