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José Luis Guerín: "La moral del cine es pensar que el espectador es, por lo menos, tan inteligente como tú"

"Lo imprevisto y el azar están en mi película, pero sería impúdico hacer un documental con personajes tan expuestos"

José Luis Guerín, ayer en los cines Norte de Vigo. // Ricardo Grobas

José Luis Guerín habla de forma pausada sobre su nueva película, "La academia de las musas", y sobre el cine en general. Mirada lacónica y suave sonrisa, consigue transmitir a su interlocutor de esa forma aparentemente poco pasional, la pasión que siente por este arte del que, admite, es un "artesano". Rodada con mínimos medios, la cinta ha sido el primer largometraje español que ha obtenido el Giraldillo de Oro en el Festival de Cine Europeo de Sevilla y recibió la aclamación entusiasta de público y crítica en el Festival de Locarno. El director presentó ayer la cinta en los cines Norte de Vigo y hoy lo hará en el Numax de Santiago, únicos

Ambientada en la Facultad de Filología de la Universidad de Barcelona -mezcla de documental y comedia y protagonizada por actores no profesionales- la película gira en torno a una clase en la que un profesor italiano, devoto de la poesía y Dante, termina conformando una especie de sociedad secreta con sus alumnas en un círculo que genera encuentros y desencuentros en coches y cafés.

-La cinta viene precedida del aplauso de la crítica y del público en el circuito de festivales. Sin embargo, cuesta entrar en los cines comerciales...

-Esta es una realidad industrial que ya tenemos muy asumida; hay un cine americano de grandes corporaciones que llega a todas partes y el resto se queda en el circuito de festivales, cineclubes y filmotecas. Hace 15 años una película de festivales tenía un sesgo peyorativo, elitista, pero hoy no es así. Tiene que ver con la resistencia de los que entendemos el cine de forma artesanal; yo lo veo como una obligación moral. De todos modos, hay jóvenes cineastas que se conforman con los festivales o los circuitos en internet, pero yo tengo necesidad de la pantalla de cine.

-¿Cuánto de documental y cuánto de ficción hay esta academia de musas?

-El profesor Raffaele Pinto y sus alumnas son reales, pero ahí acaba todo: es una película de ficción claramente. Presenta una captura del azar y de lo imprevisto que se asocia al documental pero no lo es ni me gustaría que lo fuera porque la exposición de los personajes es muy grande y nunca haría un documental de algo tan íntimo, me parecería impúdico.

-¿Cómo nace este proyecto?

-El profesor Pinto, al que conozco desde hace años, me invitó a que experimentara con el cine en el aula, que la convirtiera en un plató. Fui allí sin intención de hacer una película pero cuando vi las capturas me di cuenta de que contenían el nacimiento de personajes muy interesantes y nació el deseo de desarrollarlos. Ha ido creciendo poco a poco, alternando periodos de rodaje con el montaje, que es realmente donde yo aprendo a querer y a comprender a los personajes.

-¿Qué ventajas tiene trabajar con actores no profesionales?

-La película surge por la seducción ante un colectivo humano que es este profesor con sus alumnas, amantes de la palabra. Es una película de diálogos muy bellos y lo puedo decir sin pudor porque yo no los he escrito; solo he creado las situaciones que han generado esos momentos. Me quedé fascinado de hasta dónde me podían llevar estas personas. Pero la película va mucho más allá del deseo y de la literatura, que es de donde partía: se acerca al amor, los celos, la seducción, la manipulación... Creo que es la película más transparente y divertida que he hecho.

-¿Hace el cine que le gustaría ver?

-Me gusta encontrar diversidad en la cartelera; no podría vivir solo de películas próximas a mí. Pero es innegable que te ves a ti como espectador y piensas en cómo deseas ser tratado. Hay productores y directivos de televisión que consideran que el público es bobo. Yo no podría hacer un solo plano si pensara así: la moral del cine es pensar que el espectador es, por lo menos, igual de inteligente que tú. Yo creo que cada uno tiene que ser sincero con su deseo a la hora de trabajar; si comienzas a hacer cálculos, el cine deja de ser apasionado.

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