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El centenario de un genio

100 años de Cela: entre el genio del hombre y la inmortalidad de su obra

Editores, catedráticos y académicos reivindican la figura de Camilo José Cela y sus múltiples facetas

100 años de Cela: entre el genio del hombre y la inmortalidad de su obra

"Yo creo que el individuo no es jamás un plano sino un poliedro. Naturalmente, según incida el rayo de luz en una cara, en un vértice, en una arista de este poliedro, el arco que refleja es vario, complejísimo y de un color o múltiples colores. Yo no creo en los hombres planos, yo creo que somos todos múltiples; no tenemos una doble vida, tenemos una múltiple vida; ahora bien, no es menos cierto que hay un denominador común. Yo creo que soy, o por lo menos aspiro a ser, un hombre honesto que intenta pasar por este valle de lágrimas procurando hacerle la puñeta a la menos cantidad de gente posible."

Así se definía el propio Camilo José Cela y con este mismo espíritu afrontan los organizadores, familiares y estudiosos del insigne autor gallego la celebración del centenario de su nacimiento. Porque a Cela no se le puede mirar desde una única perspectiva, sino que requiere una mirada múltiple y abierta para acercarse realmente a él.

Esta conmemoración ha sido incluida en la Ley de los Presupuestos Generales del Estado y se considera Acontecimiento de Especial Interés Público (AEIP). El Ministerio de Cultura tiene previsto publicar un decreto nombrando la comisión ejecutiva que habrá de decidir qué proyectos entran en el AEIP y cuáles son las entidades beneficiarias. Mientras tanto, los proyectos van tomando forma, como una gran exposición que la Fundación Pública Gallega Camilo José Cel, en Iria Flavia, inaugurará en la Biblioteca Nacional de Madrid a finales de junio.

Editores, catedráticos y académicos abordan en estas páginas la figura del autor, sus deseos para este año dedicado a Cela y, sobre todo, su relación con Galicia.

Darío Villanueva, director de la Real Academia Española, comienza recordando una encuesta que Sigma Dos realizó en 2005 con el objeto de identificar las novelas españolas más destacadas del siglo XX. "A la pregunta primera y fundamental, referida a las tres mejores novelas españolas del siglo XX, los encuestados responden situando en primer lugar La colmena y, después de Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos, La familia de Pascual Duarte como tercera obra señalada. Pero la pregunta de qué obras tienen y tendrán más proyección de futuro y serán más leídas en siglos venideros destaca las dos novelas mencionadas de Camilo José Cela en primero y segundo lugar, y Mazurca para dos muertos en el vigésimo", recuerda Villanueva.

Oficio de tinieblas 5 es considerada, por su parte, la décimosexta novela más innovadora, escala en la que Madera de boj ocupa la vigésimo segunda posición.

"Me parece especialmente significativo que entre los cinco títulos de Camilo José Cela seleccionados en esta oportunidad figuren la primera novela que escribió en 1942, La familia de Pascual Duarte, y la última por él publicada en 1999, tan solo tres años antes de su muerte: Madera de boj.

Villanueva recuerda cómo en 1947, con motivo de una visita a su Galicia natal, Cela declaraba al diario compostelano La noche lo siguiente: "Pienso escribir una trilogía de novelas gallegas: la heroica novela del mar, la epicúrea novela del valle, la dura novela de la montaña. El sitio elegido para la segunda es el Ullán y, naturalmente, su corazón, Iria Flavia".

"Este último libro -ya que no novela propiamente dicha- está escrito desde 1959: es La rosa, el primer tomo de las memorias celianas. La "dura novela de la montaña" tendría que esperar los treinta y seis años que van desde aquel 1947 de la entrevista compostelana hasta 1983, cuando aparece Mazurca para dos muertos. Y la primera de las obras prometidas, la novela del Finisterre -otro de los escenarios gallegos preferidos por Cela- tenía ya título y una primera página escrita, al menos, cuando el escritor obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1989. Madera de boj hubo de esperar, no obstante, diez años antes de publicarse como última novela de su autor, que cumplía así aquel temprano compromiso narrativo con Galicia, finalmente redondeado con otro título, La cruz de San Andrés (1994), de ambientación urbana en este caso", describe el director de la RAE.

Defensor de Galicia

"Camilo José Cela llevó siempre a su tierra en el corazón y, sin duda, eso lo refleja su obra. Además, fue un defensor cultural del gallego como lengua en épocas de posguerra. De ahí que se publicaran textos es nuestro idioma en la revista Papeles de Son Armadáns -revista creada, editada y dirigida por el escritor en Palma de Mallorca de 1958 a 1979- y en la que aparecieron textos en gallego de autores de la talla de Celso Emilio Ferreiro, Neira Vilas, Uxío Novoneira, Ben-Cho-Sey, etc.", explica por su parte la gerente de la Fundación Camilo José Cela, Covadonga Rodríguez.

"Pero, sin duda alguna, el mayor exponente de su vinculación con Galicia lo conforma su Fundación de Iria, en la que custodiamos para la posteridad un ingente legado cultural, con el que el propio escritor dijo haber cumplido con lo que él consideraba su deber: "la devolución a mi país de todo lo mucho que mi país me dio [...], devolver a Galicia lo que no tengo sino prestado [...]", añade Rodríguez.

Aún a pesar de que Cela quiso perpetuarse a través de su legado en Galicia, son muchos los expertos que consideran que el literato ha recibido más atención fuera que dentro de la tierra donde nació. "Este año debería marcar el comienzo de la relectura de Cela con ojos limpios y sed de pura literatura", apunta la profesora de Teolía de la Literatura en la Universidad de A Coruña Olivia Rodríguez, al tiempo que destaca que "no podemos negar que el panorama de la literatura española de la segunda mitad del siglo XX no se explicaría sin tener presente la prolífica obra de Cela".

Covadonga Rodríguez destaca que el literato cultivó numerosas facetas a lo largo de su vida "que lo convirtieron en uno de los grandes dinamizadores de la cultura española de posguerra". "No sólo estamos hablando de su faceta de escritor -Camilo José Cela publicó 120 títulos en vida- sino también de su vinculación con otras artes. Estamos hablando de su faceta de pintor, de actor, de editor, de bibliófilo, de coleccionista, de viajero incasable, de impulsor de encuentros culturales únicos como fueron las Conversaciones de Formentor del año 1958, etc."

Desde la Fundación, aseguran que han realizado en los últimos años "un notable esfuerzo a través de nuestras exposiciones temporales" para reivindicar estas otras facetas menos conocidas y que conforman el universo celiano.

Del centenario del escritor esperan "que sea un revulsivo en el análisis de su obra, no sólo la novelística sino también su poesía, sus ensayos, sus diccionarios, sus obras de teatro, sus artículos periodísticos, etc., y además un punto y seguido en el análisis de su figura como uno de los grandes creadores de redes al servicio de la cultura en una época muy difícil como fue la España de posguerra", destaca Rodríguez.

El Cela más cercano

El editor de Ediciones del Viento, Eduardo Riestra, emparentado con el Nobel, acerca su cara más cercana y entrañable. "La primera vez que Camilo José Cela se cruzó en mi vida yo tenía diez años y sólo era uno de los chiquillos de su joven prima Marucha -pues las madres de ambos, María y Camila Trulock eran hermanas- y él, en cambio, ya un escritor consagrado, académico de la lengua y personaje sorprendentemente popular. En aquella ocasión nos regaló un cuento, La bandada de palomas, que dedicó en gallego, con su buena caligrafía, "a os nenos da miña curmá?" Pasarían diez o doce años para que nos volviésemos a encontrar. Entonces ya había leído sus primeras obras, el Pascual, la Colmena, el Viaje a la Alcarria. Esta vez nos hicimos amigos de inmediato, porque parece que mi pedantería juvenil le hacía mucha gracia. Recuerdo que por aquel entonces acababa de salir el Oficio de tinieblas 5, y desde su habitación del Hotel Atlántico de A Coruña llamó a su amigo el librero Fernando Arenas para que le acercara un ejemplar del libro. Por supuesto me sentí muy halagado, y hoy puedo decir que soy uno de la media docena de españoles que se ha leído la obra de principio a fin", concluye Riestra.

Ególatra y amante de la provocación

  • Escritor consagrado y académico de la lengua, Camilo José Cela fue un personaje sorprendentemente popular, teniendo en cuenta que no se dedicaba a la farándula sino a la literatura.Poseía grandes dotes de actor, entre ellas una voz poderosa, empatía con el auditorio y un gran sentido del espectáculo. Además, era pronto para la imprecación y el exabrupto. Todo esto provocó numerosas anécdotas a su alrededor que no a todos gustaron.El académico gallego José María Merino conoció a Cela a finales de los años cincuenta del pasado siglo, cuando fue a estudiar Derecho a Madrid. "En mi colegio residía también un estudiante francés que estaba preparando una tesis doctoral relacionada con el Siglo de Oro y que admiraba mucho a Cela. Un día localizó su teléfono, le pidió una entrevista y Cela se la concedió. Fuimos juntos a verlo. En una biblioteca tan desordenada como ahora está la mía, a Cela terminaba de afeitarlo un barbero. Cela se había quitado la barba hacía poco y mi amigo francés le preguntó por qué lo había hecho. Cela contestó que por fastidiar, utilizando tajantemente un vulgarismo que me sorprendió en su boca", recuerda."Yo fui desde muy joven lector suyo y conseguí La colmena cuando estaba prohibida su venta. Con los años descubrí Esas nubes que pasan, su primer libro de cuentos, y comprendí que en él se ofrecen dos Celas: uno lírico, ternurista, y otro tremendista, de rompe y rasga, que es el que, al fin y al cabo, él escogió ser... Con los años, algunas de sus apariciones públicas me desagradaron atrozmente, como aquella en TVE en la que afirmó ser capaz de aspirar no sé cuántos litros de agua por el ano... El caso es que a mí el estereotipo público que él quiso forjarse me alejó de su obra", confiesa Merino, lo que no quita que valore muy altamente su obra. "Pienso que, avanzando en un peculiar camino entre azoriniano y barojiano, Cela fue un indiscutible renovador de la escritura en lengua castellana", concluye.Se casó en 1944 con María del Rosario Conde, con quien tuvo a su único hijo, Camilo José. Se divorció de Rosario en 1990 para casarse en 1991 con Marina Castaño, periodista coruñesa 42 años menor que él. Cela se convirtió así en carne de cañón para la prensa del corazón.La profesora Olivia Rodríguez recuerda otro de los episodios que pusieron en el candelero al autor en 1994, cuando recibió el Premio Planeta por La Cruz de San Andrés y fue acusado de plagio. "Durante años pudimos leer noticias sobre el caso que distaban mucho de la información que una lectura directa de las dos obras claramente podía dar: llevaría más tiempo y trabajo plagiar semejante engendro que partir de cero para crear una novela en poco tiempo. Y Cela tenía arte y soberbia para esto y mucho más", opina.

Un año para reeditar y redescubrir su obra

  • Durante el centenario del nacimiento de Cela se reeditarán muchas de sus obras, no sólo las novelas si no también obras de otros géneros literarios y muchas de ellas con ediciones comentadas, estudios introductorios, etc.Entre estas obras, las más madrugadoras son Retorno a Iria Flavia (Alvarellos Editora) y Mazurca para dos muertos (Ediciones del Viento). La primera es la reedición de una antología de los textos -artículos, ensayos, epistolarios- de Cela más vinculados a Galicia como los únicos que escribió en gallego: una carta a Vicente Risco de 1955 y su discurso de toma de posesión como académico de honra de la Real Academia Galega en 1980. "Estos escritos son una buena manera de adentrarse en la lectura de los escritos celianos. Muestran los tres hechos fundamentales de la vinculación de Cela con Galicia: la unión íntima con la tierra de origen, la conciencia de pertenecer a una cultura diferenciada y la utilización de Galicia como materia literaria", explica Olivia Rodríguez, responsable del estudio de la obra.Por su parte, Eduardo Riestra, editor de Ediciones del Viento e hijo de una prima del Nobel, acaba de reeditar "Mazurca para dos muertos", una novela que a Riestra, confiesa, le cautivó. "Con una cadencia de zurcidor de redes, que por cada puntada tiene que dar un paso atrás, que va avanzando lentamente, o como los mineros que apuntalan lo que van horadando a la roca, así va avanzando una novela que cuenta con dramatismo irreverente la historia de una familia gallega, pero que es también la historia de una época y la de una sociedad rural, pueblerina -aquella que también narra en Los gozos y las sombras Torrente Ballester- en la que se encierra todo el Pascual Duarte, toda la Rosa, toda la Colmena", reflexiona.

Una vida de película

  • Camilo José Cela Trulock nació en la localidad de Iria Flavia, en Padrón, el 11 de mayo de 1916. Su padre (Camilo Crisanto Cela y Fernández) era gallego y su madre gallega de ascendencia inglesa e italiana (Camila Emanuela Trulock y Bertorini). Durante los años 1921 a 1925 la familia vivió en Vigo, instalándose en 1925 en Madrid.Durante la Guerra Civil Cela, de ideas conservadoras, logró escapar a la zona sublevada y se alistó como soldado, fue herido y hospitalizado en Logroño.En 1942 arranca su carrera literaria con la publicación de su primera novela, La familia de Pascual Duarte, tras la que siguieron trece novelas más hasta Madera de boj (1999).En 1989 le fue concedido el Premio Nobel de Literatura. Dos años antes había recibido el Premio Príncipe de Asturias de las Letras y, seis años después, le fue concedido el máximo galardón de las Letras Españolas: el Premio Cervantes. Murió el 17 de enero de 2002 a los 85 años. Sus últimas palabras fueron: ¡Viva Iria Flavia!En las imágenes superiores, en brazos de su madre y junto a su padre además de diversos retratos de distintos momentos de su vida.

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