La periodista de FARO Amaia Mauleón abrió el turno de quienes le acompañaban en la mesa e hicieron el introito, resaltando su personalidad profesional como periodista iniciado en FARO, que luego pasó a El País y Abc, con corresponsalía en Nueva York por medio, pero también de guerra. Y sus otras facetas como escritor y director teatral. Para ella el libro de Armada es una crónica sentimental surgida de una introspección en la memoria personal y al tiempo de su generación, en la que la figura del padre juega un papel fundamental, primero como referente a batir y después como objeto de reconciliación con ella y lo que le rodeaba.

Manuel Alonso Macías, muy amigo de su padre, recordó aquellos años de infancia del periodista en que con su hijo y amigos "que a veces se convertían en okupas" iban por su casa. "Tuvo problemas por no seguir -dijo- la senda naval e industrial de su padre, ya no digo la deportiva, pero logró imponerse y hacer lo que quería, que era periodismo. Cuando leí su libro, corto en páginas, admiré su profundidad y al tiempo su accesibilidad, y pensé que en el fondo buscaba una armonía con el pasado discordante que retumbaba en su memoria".

Su hijo, Manuel Jorreto, recordó aquellos tiempos colegiales comunes, y cómo Armada manifestaba ya entonces una tendencia hacia las artes, "Antes de nada yo creo que le gustaba la poesía -afirmó sonriendo-; no olvido aquellos recitales que me daba en casa, que a mí, nada amante de este género, me dormían. Años más tarde tuve ocasión de ver su primera obra teatral cuando apareció por mi casa con su propia compañía, de nombre Koyaanisqatsi, y la verdad es que aluciné, no entendía nada".