Rodeado de figuritas de plomo del Primer Imperio, Napoleón trajina papeles en su despacho de París entre códigos civiles y manuales de circulación mientras dice estar "sorprendido por toda la expectación que suscita el 200 aniversario de la batalla de Waterloo".

Frank Samson es un abogado parisino especializado en derecho vial que los fines de semana cambia la toga de letrado por la casaca para convertirse en el gran emperador de Francia en las reconstrucciones históricas sobre la vida de Bonaparte.

Entre los próximos 19 y 21 de junio participará en la mayor que se haya hecho nunca en Europa. Será el protagonista de una de las batallas más famosas de la historia exactamente 200 años y un día después de la gran derrota que acabó con Napoleón en los campos belgas de Waterloo.

Más de 5.000 actores, trescientos caballos y cien cañones recrearán durante tres días el duelo entre las fuerzas francesas a las órdenes de Napoleón contra las aliadas británicas, alemanas y holandesas bajo el mando del duque de Wellington.

Casi sin quererlo, Samson se ha visto al frente de esa batalla. "A mí lo que me gustaba era coleccionar reproducciones de uniformes del Primer Imperio (1804-1815)" comenta. "Tenía dos trajes, uno de capitán, demasiado pequeño, y otro del emperador, hecho a medida y, como no había nadie que hiciera ese papel, me tocó a mí".

Desde entonces han pasado más de diez años en los que Samson se viste las ropas de Napoleón para recrear, junto a su esposa, a quien se refiere como "la emperatriz", los momentos más importantes de la vida de Bonaparte.

El parecido físico no es lo único que hay que tener en cuenta, "también hace falta una semejanza en el vestir pero sobre todo de comportamiento", asegura.

Consciente de que de Napoleón "se sabe todo", Samson se ha basado en la extensa literatura legada por su ayudante de cámara, su escolta o su secretario personal para configurar su forma de comer, andar o hablar.

"Parece que era un amante pésimo, eso es lo que dicen al menos Josefina y María Luisa (sus dos esposas) en sus cartas", comenta Samson entre risas.

El abogado se toma muy en serio los detalles que considera esenciales para ceñirse a la historia. Sus trajes los confecciona a medida un sastre especializado en uniformes del Primer Imperio siguiendo las descripciones históricas.

"Soy muy puntilloso con la forma, el color o el bordado de los trajes. Mandé rehacer cinco veces mi chaqueta porque el cuello era demasiado alto. El del emperador tenía exactamente 55 milímetros ¡y me lo habían hecho de 70!", exclama.

Samson no era el único candidato para representar a Napoleón en la gran batalla que conmemorará el segundo centenario de Waterloo. Su principal rival para ese rol era Mark Schneider, un estadounidense de 44 años que también se ha especializado en meterse en la piel de Bonaparte.

Aunque para Samson nunca hubo una verdadera competencia: "La guerra entre 'napoleones' no ha existido nunca. Mark hace algunas reconstrucciones en Europa, pero él es demasiado delgado para el Napoleón de 1815. Es ideal para el de 1804 o como mucho hasta 1810, pero para Waterloo no es razonable".

Los organizadores esperan más de 120.000 asistentes en la representación de la batalla. Las entradas, que salieron a la venta en el mes de marzo, ya están agotadas. Como para Napoleón, Waterloo será también la última batalla de Samson, que se despedirá a lo grande del bicornio. "Hay que irse cuando se está en la cima de la gloria", bromea.

Considera que dentro de poco ya no será creíble, porque "hay que ceñirse a la historia". Samson tiene aproximadamente la edad del emperador cuando fue desterrado a Santa Helena tras caer en Waterloo.

"No quiero convertirme en el viejo que hace esto desde hace 25 años, no sería verosímil", dice.

Pero afronta su última batalla con un optimismo a prueba de decepciones: "Después de 199 años intentándolo quizás esta vez gane en Waterloo".