Al catedrático Benigno Pendás (Barcelona, 1956), que se considera "heredero" de los grandes ilustrados de este país, le hizo feliz ganar ayer la vigésimo primera edición del premio internacional de ensayo "Jovellanos". Director del Centro de Estudios Políticos y Constituciones, obtuvo el galardón por el libro "Democracias inquietas. Una defensa activa de la España constitucional".

-¿Por qué hay inquietud en nuestras democracias?

-En España, también en otras partes, se constata una inquietud por el futuro y el perfil de la democracia, que es la forma legítima de gobierno porque el poder pertenece a su titular, que es el pueblo. Mi libro trata de transmitir un mensaje contra el pesimismo, que, a veces, es paralizador y hace daño porque plantea los problemas como si fueran irresolubles. Los hay y debemos identificarlos, pero se trata también de buscar soluciones desde la moderación y el sentido común.

-La sensación de inquietud de los ciudadanos parece justificada ante la corrupción galopante o el desmantelamiento del Estado del bienestar...

-Esa inquietud es lógica y los poderes públicos tienen obligación de dar respuestas. No se puede mirar para otro lado, aunque ese fenómeno de inquietud es universal. En mi ensayo trato de analizar quiénes son los protagonistas de nuestra vida democrática: políticos, jueces, intelectuales, los Parlamentos o los medios de comunicación. Pero, insisto, hay que dar propuestas de solución, desde la moderación.

-Subtitula el libro con una declaración: "Defensa activa de la España constitucional". ¿No hay que cambiar nada de la actual Carta Magna?

-Las Constituciones no son, por supuesto, obras eternas y están al servicio de los ciudadanos. Muchos españoles somos conscientes de que nuestra Constitución ha sido un gran éxito. España ha mejorado espectacularmente; lo mejor que hemos hecho en nuestra historia política ha sido la Transición. Para reformar la Constitución, deberíamos tener un proyecto sugestivo, como decía Ortega, y al igual que ocurrió en 1978, cuando queríamos tener unas democracias como las europeas. Ahora no hay un proyecto común, por lo que creo que no es el momento de esa reforma. No estoy cerrado a esos cambios, pero en un futuro de mayor estabilidad política.

-Usted pertenece, por edad, a la generación de la Constitución. Autores más jóvenes han empezado a cuestionar la Transición. ¿Son críticas justas?

-A quienes alimentan ese tipo de planteamiento les falta un poco de sentido histórico. La España contemporánea, con todos sus problemas, es mucho mejor en todos los sentidos que el país de otros tiempos. Vivimos en un ambiente de libertades públicas donde todas las cosas se debaten. Para mí sigue siendo emocionante ir a votar. Soy crítico con las actitudes puramente negativas.

-¿Se están dando respuestas acertadas a procesos como el del independentismo catalán?

-Soy un defensor de la Constitución y, por tanto, he decir con claridad que el derecho a decidir no existe, está fuera del marco legal. Lo primero es reclamar que todo el mundo se atenga al marco constitucional. ¿Respuestas a la desafección? Se están dando pasos en la buena dirección, aunque puedan parecer aún insuficientes. Por otra parte, lo que debemos mantener siempre es la idea de que la corrupción es intolerable; hay que ser radicales con lo que es un cáncer de la democracia. ¿Se puede hacer más? Es posible, pero no hay soluciones mágicas.

-¿Las democracias están en peligro por la aparición de fenómenos políticos excéntricos?

-El gran problema es el populismo. En España, felizmente, no hay populismos de extrema derecha o partidos antieuropeos, que hay en países tan admirables como Francia o Reino Unido. Creo que el sentido común de los españoles evitará que haya otros populismos, distintos, que ofrecen soluciones mágicas para problemas difíciles. En libro también trato aspectos internacionales de la cuestión: hay un terrorismo yidahista; tenemos un modelo de capitalismo autoritario en China o el caso de Rusia, que parece ir hacia fórmulas nostálgicas.

-¿España tiene problemas propios o estos se enmarcan en un contexto más amplio?

-Hay problemas comunes y propios. Tenemos un buen referente: la etapa de concordia de la Transición. No suele ser habitual que los dos grandes partidos, como ha sucedido aquí, obtengan el ochenta por ciento de los votos. Habrá que ver si, en el futuro, ese bipartidismo se atenúa.

-¿El PSOE y el PP aguantarán ante fenómenos como Podemos y Ciudadanos?

-Hacer profecías en política es delicado, pero un cierto análisis histórico nos lleva a intuir que el bipartidismo resistirá.