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105 años de dulce sonrisa

La modista de Dalí cumple 105 años en una residencia de Tomiño

María Soto sigue siendo coqueta y juega a las cartas -Le regalaron una tarta de su refresco favorito

María Soto Álvarez, ante la tarta de Coca-Cola, junto a dos de sus cuidadoras. // E. R. / E. G.

María Soto Álvarez vivirá hoy un día muy especial en Residencial Tomiño. Todo está preparado para que sea muy feliz: tarta, cariño de familiares, del personal y de residentes, música en directo para una fiesta grande.... Ella cumple hoy 105 años manteniendo intacta la dulce sonrisa, más abierta todavía cuando contempló delante suya el regalo que ayer le prepararon: una tarta de Coca-Cola, su bebida favorita, rellena de bizcocho.

Además de ser una centenaria con clase, María Soto tiene tras de sí una historia fantástica vinculada al pintor universal Salvador Dalí Doménech, que no podía vivir a gusto sin la ropa interior que confeccionaba su modista, María Soto, con sus manos de oro, las mismas que sigue cuidando con manicura impecable y que mueve con cadencia para expresar sentimientos.

Se mueve en silla de ruedas y responde siempre con sonrisa a las atenciones que recibe del personal, que la conoce y aprecia desde el momento en que entró en el centro, después de vivir sola en su casa de Figueres hasta cumplir las 101 primaveras.

Este año, la modista jubilada ha limitado mucho la conversación, y prefiere la tranquilidad, aunque no falta con su cita semanal a la peluquería de esta residencia, que acierta perfectamente con su estilo, un servicio más del centro donde recibe cuidados desde cuatro años. Tampoco renuncia a la partida de cartas de los domingos con su nieta Nerea y las sesiones de fisioterapia matutinas, son sagradas.

Dalí y su ropa interior

El año pasado, con motivo de su 104 aniversario, con más energías y más habladora nos contaba con pelos y señales los más curiosos detalles de la profesión que ejerció durante décadas y la dedicación a la vestimenta de aquel artista excepcional, Salvador Dalí Doménech, a quien apenas llegó a ver. "Hice para Dalí camisolas largas de batista para dormir, calzoncillos y camisas de vestir".

Estas prendas tenían sus peculiaridades que María supo describir muy bien, pues las camisolas para dormir "tenían la abertura por detrás, con 33 ojales y 33 botones de color blanco". Son recuerdos que guarda en su memoria sobre aquel trabajo dedicado al excéntrico personaje que falleció en 1989 y fue enterrado en el Museo Dalí de Figueres (Girona), precisamente con una de esas prendas de batista cosidas a mano, como pudo comprobar ella misma al visitar el cuerpo embalsamado de su cliente.

Cada vez que Dalí tenía un acto público, estrenaba ajuar interior "le hacía las prendas y me pagaban entonces 104 pesetas por cada pieza que, a veces, me llevaba cuatro meses de trabajo".

Los encargos del pintor le llegaban a través de un comercio de Figueres en el que se surtía con confianza el famoso personaje. Durante su enfermedad, en el castillo de Púbol, Dalí sólo se vestía con camisones que le cosía María Soto.

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