PASATIEMPOS

En busca del tesoro perdido

Crece la afición por encontrar objetos escondidos en las ciudades. En Vigo superan ya los dos centenares

Un GPS, la base del 'geocaching'

Un GPS, la base del 'geocaching'

Las historias decimonónicas de piratas y corsarios, ávidos de grandes fortunas, cuentan con un mapa del tesoro como elemento clave para convertir una historia de asaltos en alta mar en un relato de aventuras. La gran pantalla, en gran medida, se ha encargado de engrandecer las leyendas y muchas veces aprovecharse de estos elementos para crear grandes películas. Desde las intrépidas aventuras de Errol Flynt hasta la grandilocuente Piratas del Caribe, pasando por la fábula infantil deLos Goonies, todas las películas tienen como factor común la búsqueda de un cofre lleno de grandes alhajas y monedas de oro.Los geocachers no cuentan con grandes barcos, una tripulación movida por la avaricia y, mucho menos, sus pasos están marcados por una cojera que hace pensar que tienen una pata de palo. Ellos, como los piratas que atracaban grandes navíos, comparten el ánimo por descubrir tesoros sin olvidar el aspecto lúdico de una afición que con las nuevas tecnologías va ganando adeptos con el paso del tiempo. Es el geocaching.

Es muy fácil unirse a este juego virtual. Una persona reúne en una caja una serie de objetos. No importa ni su valor ni su cantidad. Un recipiente -conocidos como cache- que tendrá una función similar a esas cápsulas del tiempo que se preparan para que las encuentren generaciones venideras allá dónde se entierran. Eso sí, es fundamental que en la caja metamos una libreta y un papel. La importancia de estos dos elementos reside en que la persona que encuentre el tesoro escondido deberá registrar el hallazgo y volver a depositar la caja en el sitio en el que la encontró.

El protocolo marca que el que encuentra uno de esos tesoros puede llevarse algo del interior pero, a cambio, tendrá que depositar un objeto igual o mayor valor para el siguiente buscador. Eso les ocurrió a la pareja formada por Nieves Santamaría y José María Solla en la playa de Cesantes dónde encontraría uno de los más de dos centenares de tesoros escondidos en Vigo y toda su área.

"Teníamos muchas ganas de encontrar este", contaba hace Nieves hace una semana a este periódico poco después de geolocalizar un tesoro en el arenal redondelano. Su afición a este pasatiempo -y el ingenio de la persona que ocultó el tesoro- les llevó a plantearse el ponerse el traje de neopreno para bucear y rescatarlo pues se encontraba sumergido en la estatua ubicada entre la arena y la Isla de San Simón. Por suerte, la marea baja facilitó todo el trabajo. Nieves ha encontrado "cosas muy curiosas". Entre ellas, en Tenerife, un caballo de juguete que quería "galopar". Era un rastreable, un objeto que los descubridores trasladan y que se rastrean mediante un código.

¿Cómo funciona el geocaching?

geocachingEste pasatiempo tiene sus orígenes en EE.UU. hace ahora quince años. David Ulmer, un aficionado a la geolocalización, propuso un juego de coordenadas a varios miembros de un grupo organizado en Internet. Escondió un tesoro en un bosque, se lo comunicó a sus amigos vía mensajería instantánea y lo que empezó como un juego terminó convirtiéndose en el hobbie de miles de cazatesoros que diariamente salen a la calle a la búsqueda de esos objetos escondidos.

En plena era de smartphones y tablets, los antiguos mapas cartografiado han sido sustituidos por pantallas y GPS que facilitan esa búsqueda. Basta con instalarse una aplicación (iOS; Android; iOSAndroid Windows Phone para seguirle la pista a ese tesoro. La sofisticación es tal que algunos han desarrollado lo que se conocen como ´multi-caches´, es decir, varios objetos encadenados entre sí, con lo que el hallazgo de uno nos dará una pista para encontrar el siguiente.

Cualquier esquina es susceptible de convertirse en escondite. En Vigo, son ya más de doscientos los objetos escondidos y si se expande más el mapa, encontramos tesoros en O Morrazo, Pontevedra e incluso en las Islas Cíes. [Pequeño espoiler] Por ejemplo, en el espigón del muelle del Náutico de Vigo, justo debajo del faro rojo que recibe la entrada de veleros y otras embarcaciones, se esconde una de estas preciadas cápsulas.

La próxima vez que salgan a la calle y se crucen con alguien que sigue atentamente las órdenes de su teléfono puede que sea un geocacher. Ellos, puede, nunca lo admitirán porque una de las reglas de oro del buen buscador de tesoros es la discreción y el de no desvelar dónde se esconde el premio. Busquen, busquen, El Dorado puede estar al lado de la puerta de casa.

Tracking Pixel Contents