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El reverso trágico del mar

"Náufragos" se estrena con el "Monte Palomares", en el que fallecieron varios gallegos

Página de FARO DE VIGO del 13 de enero de 1966. // FdV

El mar es uno de los mayores y más ricos recursos de Galicia. Pero tiene un reverso trágico en forma de naufragios, una historia que desgraciadamente en Galicia es demasiado conocida. Sobran ejemplos y uno de ellos es el del barco "Monte Palomares", un mercante vasco de la Naviera Aznar y del que hace poco se acaban de cumplir 49 años de su naufragio al norte de las islas Bermudas. Su historia y la de una barco de Laxe, el "Panchito", centrarán el primer capítulo del programa "Náufragos" que hoy estrena la Televisión de Galicia (19:45 horas) y que está dirigido por Xosé Henrique Rivadulla.

En ese barco iban 38 tripulantes y sólo seis lograron sobrevivir. En la tripulación había varios gallegos, algunos de O Morrazo: Manuel Ríos Nogueira y José Silva Currás, de Moaña; Pío Cribeiro Rodríguez, de Cangas, o los buenenses José Gil Castro y Manuel González Palmeiro. Trágicos caprichos del destino: justo dos años antes, el 6 de enero de 1964, el moañés Manuel Ríos había perdido a dos de sus hijos en el naufragio del "Centoleira" en la ría de Vigo, en el que fallecieron 17 hombres.

El "Monte Palomares" salió el 10 de enero de 1966 del puerto de Norfolk, en Virginia (en la costa este de Estados Unidos), cargado con 12.000 toneladas de maíz y con rumbo a Barcelona. El mercante era un buque moderno, construido apenas cinco años antes, y con 134 metros de eslora. A la altura de las islas Bermudas sucede la tragedia: el motor explota en medio de un temporal y un corrimiento de la carga provoca un rápido naufragio y la posterior tragedia.

Uno de los que logró sobrevivir fue el buenense Manuel González Palmeiro. Él era el jefe de electricistas del buque y en cierto modo le debe la vida al otro vecino de Bueu. Cuando estaba en la sala de máquinas tratando de poner en marcha los motores de achique bajó José Gil para decirle que abandonase, que toda la tripulación estaba intentando subir a las balsas salvavidas. En el temporal posterior la suerte fue dispar para ambos: una ola acercó a Manuel a una de esas lanchas y otra ola alejó a José Gil. Dejó viuda, Carmen Medraño, y dos hijas pequeñas, Elena y Ana, que en aquel momento tenían 6 y 5 años. "A veces nos preguntan si nos acordamos de él, pero la pregunta es si hay algún día en el que no pensemos en él. Cada vez que consigues o logras algo lo primero que te viene la cabeza es 'qué pena que no esté aquí para verlo'", cuenta Ana . La vida de las tres quedó marcada para siempre por aquel hecho. "Con el tiempo aprendes a vivir con ello y a hablar de lo que pasó", explica.

Sin marido y sin padre

Ella y su familia participan en el programa que se emite mañana y recuerdan como lograron salir adelante. No fueron pocas las dificultades que tuvieron que sortear, empezando por las burocráticas. Las dos hermanas pudieron estudiar en Sada en un internado para las huérfanas del mar que dependía del Instituto Social de la Marina, donde estuvieron hasta los 18 años. "Recibimos una educación a la que otra manera no podríamos llegar y nos puso a las puertas de una carrera", recuerda Ana. Pero como el cuerpo de su padre no llegó a aparecer nunca su madre tuvo que esperar varios años antes de poder cobrar la pensión de viudez que le correspondía.

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