La Plaza del Obradoiro de Santiago fue ayer testigo de un particular "suicidio colectivo" en el que todos salieron ilesos. Una treintena de personas, entre las que se encontraban médicos, químicos y docentes, se unieron a colectivos de otras ciudades en esta protesta para mostrar su rechazo al proceso regulador iniciado por el Ministerio de Sanidad que define "los remedios homeopáticos" como "medicamentos" y que permitirá que se dispensen en las farmacias.

Los convocantes de esta protesta aseguran que los productos homeopáticos "están tan diluidos que generalmente no contienen nada más que agua o azúcar; en los más de doscientos años de existencia de esta práctica no se ha demostrado que produzcan ningún efecto real", apuntó el profesor de química y miembro de la Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico (ARP) de Santiago, José Manuel Facal. Para demostrar su completa ineficacia en primera persona, los presentes se tomaron una caja entera de Sedativ y de Limován, el primero indicado para aliviar los trastornos emocionales y de ansiedad y el segundo se vende como un agente inductor del sueño. "Si nos tomásemos la misma cantidad, o muchísima menos, de un medicamento tradicional, como puede ser el Valium, ahora mismo ya estaríamos desmayándonos e incluso próximos a morir", explica el profesor, al tiempo que apunta que "estas pastillas son en realidad como golosinas o caramelos".

Los manifestantes aseguraron que su objetivo no es "en absoluto" que se dejen de vender los productos homeopáticos y terminar con tantos puestos de trabajo. "Lo único que pedimos es que no se regulen como medicamentos y que puedan venderse en farmacias, ya que esto provocará que mucha gente se sienta confundida pensando que compra un verdadero medicamento de tipo natural, cuando en realidad se lleva un simple placebo", añade.

Los médicos advierten que el peligro de estos productos es que "personas que necesitan un tratamiento para una enfermedad grave, por ejemplo para el asma, lo abandonen y lo sustituyan por un producto homeopático debido a la ausencia de efectos secundarios o a las recomendaciones de otras personas, algo que ya ha ocurrido en muchas ocasiones". De esta forma, solicitan que "no se apruebe ningún tratamiento que no haya demostrado, mediante ensayos clínicos reproducibles, unas condiciones de eficacia y seguridad superiores a placebo".

La protesta fue convocada por la Plataforma #NoSinEvidencia, creada por profesionales de la salud para defender la medicina basada en la evidencia científica, así como las asociaciones Círculo Escéptico, Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico (ARP), la Asociación Española de Comunicación Científica y otras entidades e individuos dedicados a la divulgación científica. El "suicidio colectivo" se llevó a cabo a la misma hora también en Madrid, ante la sede del Ministerio de Sanidad, en Murcia y Barcelona.