El vestidor

Joaquín Torres, el arquitecto que forma parte de la pandilla de Jorgeja y ejerce de colaborador ocasional, se ha empeñado ahora en cambiarle la casa a Jaime Peñafiel. Peñafiel tiene un casoplón muy cortesano, de lujo pero muy cortesano y algo rococó, ya se imaginarán ustedes. Y Torres tira más, digamos, a minimalista. Vamos, que sus estilos casan tanto como los de Isabel Preysler y Belén Esteban. Joaquín debería comprender que el periodista debe dormir bajo dosel, mirar al horizonte entre cortinajes de terciopelo y aposentar sus reales sobre caoba y capitoné. Jorge Javier sí lo entendió y le puso aquel trono-anda que tanto dio que hablar. Ha dicho el especialista que Letizia ha contribuido a humanizar al príncipe. No se fíen. El aparente halago lleva un dardo envenenado, si piensan mal y aciertan. La plebeya princesa, la nieta de un taxista (uno de sus datos biográficos predilectos) ha acercado al heredero al pueblo, porque del pueblo viene y en pueblo se convertirá. Zas. El hijo del rey era un estirado y un antipático. Zas. Dice también que ella, Letizia, no aguantaría una infidelidad como la reina. Otra. Letizia no es como la reina. Zas. Una infidelidad. Zas, zas. Y que viva el rey.

Los corifeos anuncian, ahora sí, de verdad de la buena, a la enésima va la vencida, una inminente reconciliación. Borja Thyssen y su madre, la baronesa, están ahí ahí, en un proceso claro de acercamiento. Son los niños los que ablandan los corazones. Tita Cervera ha felicitado a la pareja por el nuevo embarazo de su nuera Blanca Cuesta. La reseñada reestructuración familiar no consta, por ahora, en los diarios oficiales de los Thyssen, es decir, la revista ¡Hola!, donde alternan exclusivas, y los juzgados, donde entrecruzan demandas y denuncias. Así que, por favor se lo pido, no jueguen más con nosotros, que nos tienen en un ay. Reconciliénse o distánciense de por vida, o al menos hasta la herencia, pero déjense de puntitas y pasitos de yenka. Esto con el barón no pasaba.

Tomás de Aquino escribió que la codicia es "un pecado contra Dios, al igual que todos los pecados mortales, en los que el hombre condena las cosas eternas por las cosas temporales". Falete codicia el cuerpo de Sandro Rey, sospecho. Por lo que tiene de eterno. Pero su pecado es venial. Para que el cantante concursara en Splash hubo que reinventar tanto el concepto de traje de baño como la técnica del salto de trampolín. Ahora en la plataforma de siete metros de la competencia reina un vidente flaco como una vela negra poseedor de uma melena pantojil. Por eso Falete ha decidido tunearse con una lipoescultura y una reducción de estómago. Y puede incluso que ya esté con un curso de clarividencia por correspondencia.

Hasta la fecha, a nosotros que estamos en las antípodas, nos nombraban Australia y nos venía a la mente la imagen de la Ópera de Sidney, los canguros, Hugh Jackman, los koalas, Kylie Minogue, los bumerans y Nicole Kidman. Más o menos.

Pues ya pueden ir borrando de la lista a la coprotagonista de Australia, la película. Kidman no nació en Oceanía, es tan yanqui como una hamburguesa. Vino al mundo en Honolulu, Hawai. Tampoco se llama Nicole, sino Hokulani. Dice que significa "estrella celestial" en algún dialecto, pero vayan ustedes a saber. Porque Nicole no se parece ya ni siquiera a la propia Nicole. O Hokulani, o como quiera que se llame.

¡Hasta ahí podíamos llegar! El pueblo -Medina del Campo (Castilla y León) en concreto- se revuelve contra los que están arriba. Los vecinos han conseguido a base de recoger firmas que el ayuntamiento de la villa suspenda el concierto del renombrado DJ Francisco Rivera; digo de Kiko, el otro es Paquirri II, toreador. Los sediciosos se indignaron al saber que el musicólogo -no en balde nació en Cantora, predestinado- iba a cobrar un pico, un pico que casualmente doblaba la consignación presupuestaria para familias sin recursos. Según las cuentas populares: 5.500 euros por pinchar unas dos horas en la plaza, más IVA, más alquiler de escenario, más dietas suman un total de 11.000 del ala. Además de sedicioso y populista, el pueblo llano siempre exagerando. Desmentido de Kiko: no pido excentricidades caras de star, mi caché no excede los 5.000 euros, apenas los 4.000, precio de mercado, oigan, que lo tengo fresco. La vida está dura para todos, y ahora que mamá vive horas bajas, soy padre y mi hermanita es madre tengo que tirar del carro, como todo cabeza de familia. En Los Miserables, al menos, el pueblo no se salía, al primer intento, con la suya.

Cartier no pasará a la historia por las joyas que le hacía a Wallis Simpson, y que costaron una corona, ni la tirara que Rainiero le regaló a Grace Kelly o los pedruscos con que Richard Burton obsequiaba a Liz Taylor cada vez que se volvían a casar. La firma será inmortal gracias a Rosa Benito y Amador Mohedano. El hermano de Rocío Jurado, en el papel de despechado de culebrón, le pide a grito pelado a su ex en medio de la isla de Stevenson que le devuelva el rosario de su madre y un reloj de la casa de la pantera, sobre todo el reloj. JJ Vázquez, como un trasunto de Bárcenas, revela que la excuñada de la más grande iba por ahí repartiendo con alegría no sobres, sino cartiers, a él mismo y a Belén. Como si no pudieran comprárselos. Y a tocateja, no a plazos en unos grandes almacenes como hizo la ex de Jesulín para fingir un novio imaginario. La isla, igual que GH, te cambia las prioridades. Amador mismo guardaba como un tesoro una cantimplora con el nombre de Rosa dentro de un corazón. Tras la bronca lo borró. Recuperó la cordura y los valores de antes. Y se acordó del reloj. Y en la maison, me temo, de él. Y de toda su familia.