Tener sobrepeso rayando la obesidad no solo incrementa el riesgo de sufrir un infarto o generar una diabetes; también puede a la larga amenazar la vida sexual. No solo se trata de sentirse o que lo vean a uno más o menos atractivo, sino que tener un abdomen con un perímetro de 102 o más centímetros puede hacer que se multiplique la posibilidad de tener disfunción eréctil al producirse menos testosterona y tener menos deseo sexual.

La advertencia la lanza el Insituto de Medicina Sexual, según un comunicado de Efe; pero es también apoyada por la Sociedad Gallega de Sexología. En declaraciones a este diario, su presidente, el sexólogo y urólogo Manuel Varela, recordaba ayer que la disfunción eréctil es "multifactorial", englobándose todo "dentro del síndrome metabólico".

En el mismo, Varela incluye la obesidad, hipertensión arterial, intolerancia a la glucosa, aumento de triglicéridos y colesterol. "Todo eso condiciona a una persona a nivel vascular ya que influye en que se estrechen las arterias del pene, que son muy finas, de uno a dos milímetros; de manera que una persona tenga peor circulación". Precisamente, para que un pene tenga buena salud y su actividad sea óptima, debe tener una buena circulación de la sangre.

"La masa grasa corporal es un factor de riesgo para una microcirculación sanguínea defectuosa. El pene se mueve por circulación sanguínea. La gente obesa tiene más estrecho el paso de la sangre por esas arterias. Esa disfunción provoca una menor producción de testoserona", apunta Varela.

El valor de la química

La clave radica en un compuesto químico que se llama óxido nítrico. Este es el encargado de iniciar la erección. Los obesos, producen menos óxido nítrico debido a la disfunción endotelial, entendida esta como las alteraciones de la capa más interna de los vasos sanguíneos.

El doctor Manuel Varela, no obstante, apunta que "se ha visto déficit de testosterona y disminución de deseo sexual en una buena parte de obesos pero no en todos".

Del problema, se habla en las consultas. "Muchos dicen que con 50 años piensan que no van a conseguir adelgazar. Empiezan tratamientos pero no los continúan. La gente se conforma con ser así; se ven sanos, no tienen síntomas".

La cuestión puede llegar varios años después. "La obesidad -apunta el urólogo y sexólogo gallego- es un signo precoz de males mayores a posteriori. Por encima de los 50, la obesidad puede pasar factura": problema cardiovascular, disfunción eréctil?

"En general, se les explica en la consulta todo esto pero se quedan con cara de póker como preguntando '¿y yo qué voy a hacer?' porque algunos, los menos, tienen obesidad genética que es muy difícil de controlar. El endocrino ahí tiene mucho que decir", señala el facultativo, presidente de la Sociedad Gallega de Sexología.

Claro que en la disfunción eréctil, entran muchos más factores como secuelas de fármacos, secuelas de cirugía, anomalías congénitas o tratamientos recibidos.

En ocasiones, la falta de apetito sexual puede desencadenar en impotencia sexual. Esta se da "cuando en la mitad de las tentativas no se consigue una erección suficiente para iniciar, mantener y terminar una relación sexual con penetración, satisfactoria para los dos miembros de la pareja", apunta Mariano Rosselló, director del Instituto de Medicina Sexual de Madrid, en declaraciones recogidas por Efe.