Las obras de conservación de la catedral de Santiago no han hecho más que empezar. El inicio de la restauración de la basílica ha destapado nuevos problemas y numerosas chapuzas de obras anteriores -desde pináculos en riesgo de desprendimiento hasta una falsa cubierta en la bóveda de crucería que hoy está convertida en una "escombrera" o problemas tapados con hormigón en los años 40, lo que aceleró el deterioro de la zona-, según alertaron ayer el director de la Fundación Catedral, Daniel Lorenzo, y el arquitecto del plan director del templo, Javier Alonso de la Peña.

Los expertos prevén que las obras en las torres finalicen en 2015, ya han iniciado las conversaciones con el Ministerio de Cultura para arreglar el cimborrio, pero reconocen que la catedral "está muy lejos" todavía de conseguir los fondos que permitan la restauración de la fachada del Obradoiro.

Daniel Lorenzo fue el encargado de relatar ayer los problemas que sufre el templo. El técnico explicó la intervención en la balconada de Fonseca, donde uno de los pináculos estaba visiblemente inclinado y con riesgo de desprendimiento, así como otros "muy falsos", producto de la acción de la vegetación que enraizó en torno a las gárgolas, lo que obligó a sustituir una de ellas.

En cuanto a las torres, en la norte, hay "intervenciones muy malas" de los siglos XIX y XX, con entrada "masiva" de agua, que se pretendió limitar con hormigón, que no dejaba "respirar" los muros. Por ello, los técnicos retiran ahora este hormigón. "El hormigón impidió la evacuación del agua, alteró la estructura de las fábricas -haciendo que elementos móviles se quedasen fijos y se fracturasen después-, mutiló algunos elementos y arrastró sales en las filtraciones lo que deterioró la piedra", señaló.

Torre inclinada

La obra de la torre norte se prolongará hasta la primavera de 2015, y la de la sur comenzará en verano, según informaron los responsables de la intervención. Esta segunda torre, además de estar ligeramente inclinada, una circunstancia en estudio, se encuentra en peores condiciones, pero el arquitecto destacó la ventaja de una menor intervención, mientras que su gemela fue "muy reconstruida", con obras que "dejaron mucho que desear".

Otra de las zonas de obras es el cimborrio (cúpula central) y la urgencia obedece a constantes filtraciones de agua hacia el interior, la degradación de las policromías y el "riesgo serio de caída de elementos de piedra en el exterior y de madera en el interior". Alonso explicó que la linterna está cegada y no solo no ilumina, sino que tampoco cumple la función de ventilar. Además, le había caído un trozo del pináculo, en su conjunto, sus piezas no son originales y están "mal planteadas", y tiene grietas que han sido rellenadas con cemento, tanto para evitar el paso del agua como por la posibilidad de que padezca un problema estructural. Además, sobre la bóveda de crucería está instalada una falsa cubierta contra la lluvia que ahora es una "escombrera". Reposición de barandillas y enrejado de la fachada, reconstruccion de escaleras interiores e impermeabilización completan la puesta a punto del templo.