Hace poco más de siete meses José Luis Acosta sustituía a Antón Reixa, solo un año después de asumir su cargo, como presidente de la SGAE en medio de una crisis de imagen y gestión de la entidad.

-Asumió la dirección en un momento complicado...

-Una casa que lleva 104 años ahí y que sigue siendo un faro a nivel de gestión del castellano y en el mundo es complicada. Se están haciendo las cosas con menos ruido pero sin pausa. Hay que rehacer la casa en muchos sentidos, modernizarla, buscar nuevas vías de ingresos, adaptarse a la era digital y, sobre todo, hacer valer mucho que la SGAE no es otra cosa que 104.000 autores, gente normal que vive de su trabajo y nosotros velamos por que el dinero que genera su trabajo les llegue.

-Pero lo que trasciende es la indemnización millonaria de su número dos o los líos judiciales.

-En 104 años de historia el único debate judicial que nos afecta directamente es la operación "Saga" y aún no se sabe qué pasará. En ese tiempo se pueden contar con los dedos de una mano los problemas que hemos tenido con la justicia. Ahora, si tener problemas con la justicia es que te demande una peluquería, es otra cosa. La imagen también se erosiona cuando es una entidad que cobra y nosotros cobramos por algo que es legítimamente nuestro. Nadie en ningún país pone eso en entredicho salvo aquí. Al final de lo que se trata es de que hay 104.000 autores que le dan riqueza a este país. Porque cuando se habla de la marca España, lo que tiene prestigio a nivel internacional no es su fábrica de coches o de lavadoras, ni siquiera su turismo: es la parte cultural, y que no se vea su potencial económico es un craso error.

-Su último informe hablaba de una caída de la recaudación. ¿Se solventan los problemas de números solo bajando el IVA, como piden ustedes?

-También hay que trabajar mucho la parte comercial de la SGAE, que debe reciclarse en algunos aspectos y optimizar muchos recursos. En la parte internacional hemos subido los ingresos y hay posibilidades de seguir por ahí. También está la parte digital, aunque el mercado aún no está regularizado y se está pervirtiendo, porque nunca se ha creado tanto y consumido tanto y nunca ha llegado tan poco a quienes crean. Hay mucho que corregir en él.

-¿Cómo va la desinversión de sus teatros de la red Arteria?

-Es una losa patrimonial negativa tremenda, pero intentaremos no malvender. El caso de la sede de Galicia no nos preocupa en exceso. Hay otros más prioritarios.

-Han acordado nuevas tarifas con la hostelería. ¿Entierran el hacha de guerra? ¿Y con las peluquerías?

-A todos nos interesa tener unas relaciones lo menos hostiles posibles. En el caso de las peluquerías, el mismo derecho tiene la peluquería a comer que el autor de la música. Nosotros recaudamos algo que nos pertenece. No ponga música, no le obligan. Si usted pone pan, se lo cobran. Si pone música, también. Es así.

-Al llegar criticó el presidencialismo excesivo y dijo que había que delegar...

-En la SGAE es difícil delegar algo. Con lo que estoy muy obsesionado es con el consenso y por eso creo que se me eligió.

-¿Confía en durar más en el cargo que Reixa?

-Yo no dependo de este sillón para vivir. Trabajo en lo que creo que es mejor para la casa, me pueda o no equivocar, y creo que lo que necesita ahora es estabilidad.