Una pequeña aldea lucense, situada a 14km de la capital, conserva un excepcional templo pagano que sobrevivió al paso de las centurias soterrado bajo una iglesia cristiana. El enigma envuelve al templo de Santa Eulalia de Bóveda, un enclave sin igual en toda Galicia, cuyos elementos constructivos y ornamentales han dado lugar a diversas teorías, más o menos imaginativas, sobre su cometido: ninfeo, acuífero sanador, tumba del obispo herético Prisciliano o lugar de culto a la diosa romana Cibeles son las interpretaciones más extendidas.

Tan solo los débiles ecos de la tradición oral insinuaban la existencia de una cripta olvidada bajo la actual iglesia del pueblo, consagrada a Santa Eulalia. Tras siglos de soterramiento, en 1914, el párroco del lugar descubrió el templo romano al realizar unas excavaciones en el atrio. La antigua construcción, datada antes del s. IV- está compuesta por dos plantas: la superior, situada a la altura del actual edificio dedicado al culto cristiano, y de la que tan solo ha sobrevivido un muro lateral; y la inferior, fantásticamente conservada e integrada por tres naves separadas por arcadas, un ábside rectangular, un pórtico con diversos grabados y un estanque cuya agua procede de un manantial próximo. Pero el elemento que más asombró a sus descubridores y continúa embelesando a técnicos en arte y visitantes son los espléndidos frescos que decoran sus bóvedas. Decenas de aves, dispuestas en su mayoría por parejas, y pintadas con intensos colores entre rombos vegetales que han sobrevivido al paso de los siglos y la humedad.

Todos estos elementos apuntan a que se trata de un lugar sagrado pero ¿qué tipo de rituales acogía? En este punto es donde surgen las interpretaciones, más o menos imaginativas, sobre la función de tan enigmático recinto.

Las teorías más ortodoxas defienden queSanta Eulalia de Bóveda es un templo romano dedicado a alguna divinidad vinculada al agua y sus poderes curativos, probablemente a las ninfas, un culto muy extendido en la Gallaecia. Los motivos que apuntan en este sentido son el estanque, un ara romana con la inscripción "Pro sa(lute)" y los relieves de la fachada exterior de la cripta. Éstos representan dos grupos de cinco danzantes - que participarían en el ritual sanador-, y a dos tullidos: uno que parece dolerse de una pierna y otro de un brazo.

Sin embargo hay otros elementos inquietantes que siembran la disparidad de teorías entre historiadores y arqueólogos. En el pórtico del templo se pueden apreciar, aunque bastante desgastadas, otras figuras: la cabeza de un ave - asociada con un ibis o un avestruz - y otras de difícil identificación a las que se ha atribuido desde un león rampante a un ave fénix.

Carlos Sánchez Montaña, arquitecto autor de un blog dedicado este templo -y que se nutre de una investigación realizada en Escuela Técnica Superior de Arquitectura da Coruña- sostiene que Santa Eulalia de Bóveda fue un templo dedicado a la diosa Cibeles antes de su cristianización.

La bitácora ofrece una amplia explicación de los fundamentos que vinculan la cripta con la veneración a dicha deidad, símbolo de la naturaleza y de la fertilidad, adorada en Roma como la Gran Madre de los Dioses. Cibeles protegía contra los malos espíritus, a la vez que actuaba como oráculo. Es aquí donde se teje la interpretación más osada, que apunta a un oráculo aviar e incluso a la celebración de taurobolios. Estos rituales consistían en bautismos de sangre en los que el ofrecido se colocaba en una pequeña piscina mientras, sobre él, en el piso superior se degollaba a un toro vivo. Su sangre caía a través de una rejilla sobre la persona que anhelaba la curación de una enfermedad. Así justifica este arquitecto la construcción en dos pisos del templo, así como el estanque interior.

A ello suma las aves plasmadas en el pórtico de la cripta y en las bóvedas interiores. Cibeles contaba con multitud de santuarios en los que las sibilas ejercían sus artes adivinatorias. Sus voces se asociaban al canto de las aves. El blog explica de esta manera la presencia en los relieves de avestruces o ibis en la fachada exterior, así como los gallos, perdices, faisanes, pavos reales y palomas pintados en el interior. Estos animales anunciaban con sus trinos los mensajes del más allá para quienes se sometían al oráculo.

Con la pujanza del cristianismo, el templo sería sometido a diversos cambios y se resignificaría, adaptando sus antiguos cultos a los impuestos por la doctrina católica. Pero el poso místico de comunicación con las aves se mantuvo con la advocación de la iglesia a Santa Eulalia. Esta mártir cristiana falleció tras múltiples tormentos al negarse a renunciar a su fe católica ante los poderes romanos en Hispania. En el momento de su muerte, una blanca paloma brotó de su boca y se elevó a los cielos, motivo por el cual es patrona de las aves.

Junto a esta atrevida teoría, poco aceptada en círculos oficiales pero muy extendida entre aficionados al arte y la mitología, convive la leyenda popular que señala el templo como el mausoleo de Prisciliano o algún otro personaje importante. Sin embargo, la interpretación que señala un posible uso funerario no ha encontrado suficientes indicios que la respalden.

Su singularidad lo convierte en un enclave único en Galicia, lo que atrae a un goteo de turistas atraídos por la curiosidad. Para poder acceder a este misterioso templo es necesario cerciorarse de los horarios de apertura en la oficina de información turística de Lugo.

El halo enigmático cautiva al visitante de este santuario, declarado monumento nacional en 1931 y más tarde Bien de Interés Cultural (BIC).