Gandhi lo llamábamos, cariñosamente, para abreviar. En el momento de llegarme la noticia, no puedo seguir hablando, las lágrimas brotan espontáneas, como los verdaderos torrentes de recuerdos que se me agolpan por salir. Y es que gran parte de mi vida ha estado vinculada a este gran hombre. Un hombre, llano, sencillo, de estos que nacen, como el, en una pequeña aldea del rural. ¡Qué buen vino del condado hacía su padre! Y si así cuidaba del vino como no iba a cuidar de este tesoro fruto de su amor. En uno de los últimos correos me decía que estaba feliz, porque ahora, sin televisión, sin Internet, sin teléfono, tenía más tiempo para todo, para estar con la gente y para labrar en el campo, porque Jose Manuel amaba la tierra. Se sentía a gusto hasta con los bichos, y allí en Zambia, había tierra en abundancia, bichos de sobra y sobre todo gente, gente sincera, pobre, humilde y sonriente que sabía responder con cariño a todo el que nuestro querido misionero les prodigaba, porque el, era uno más entre ellos, y sobre todo con los niños. Todos lo llamaban "father" y el era un verdadero padre para todos, generoso en el afecto y preocupado con sus problemas. Cuantas lágrimas derramó en Zambia, viendo sufrir a los que amaba, viéndolos morir de hambre, o de cualquier enfermedad que en nuestro mundo ya no causa daño. Cuantas lágrimas derramadas por la injusticia e insolidaridad de los hombres que todavía permiten que haya tanta gente sometida a una situación tan precaria. Como dijo uno de mis compañeros de Lusekelo, nos dejó un gran vacío, y es porque llenaba mucho. Ahora nos queda el estímulo de no dejar que todo lo que ha hecho por los demás se muera, que aquellos que sufren no perciba ausencia de amor, que no se queden sin alguien que los siga amando como el los amaba. No hay amor más grande que quien da su vida por los demás. Él quería a la gente y era querido. Estas últimas palabras que nos llegaron hace doce días, desde mi punto de vista dicen quien era y es José Manuel Bernárdez Gándara: "? O 25 nas ofrendas había incluso azúcar e spagetti, cousas nunca vistas por estes lares. - unha boa colecta: por rIba dos 15 euros. Algo que antes non xuntaban case que en todo ano!!! Pero é que a Fe fai maravillas e move pedras.

Eu me sinto moi a gusto aquí en Kamakechi nesta pequena casa. Temos case de todo ( xa estou acostumbrado a vivir sen televisión, teléfono, internet e outras comodidades que sin ir máis lonxe tiña en Kasempa, incluido un bo forno para facer un bo asado de carne!!). Isto é un remanso de paz e o ter sólo 21 comunidades é un auténtico alivio. Agora teño tempo para facer cousas que antes non tiña (ir a buscar auga ao pozo comunitario en contenedores de 20 litros, usar a plancha de carbón, facer lume nuna lareira improvisada.....) eu xa estou moi afeito a Kamakechi. Unha vida sinxela, de aldea e moito máis relaxada".

*Presidente de la Fundación Lusekelo -Alegría