"Al principio de todo, estuvo amenazado de muerte. Muchas noches, no podía ni dormir esperando a que llegase. Lo amenazaron por querer enderezar cosas que no estaban bien, eliminar privilegios. Él (el misionero José Manuel Bernárdez Gándara) no quería que se contaran estas cosas para no preocupar a sus padres, pero ahora que ya han fallecido.... Esperábamos cualquier día que nos dijesen que lo habrían matado, o que habría sido devorado por una fiera... al final ha sido un árbol", lamenta Marta Casal, feligresa de la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús en Vigo. Fue allí donde el sacerdote gallego inició su labor pastoral, años antes de dirigir sus pasos a Zambia donde falleció el pasado lunes, día 13, cuando un árbol cayó sobre la tienda en la que dormía en Chipatta. Será en esa parroquia donde el lunes, a las 20.00 horas, se celebre un acto en su honor; mientras que en Alxán, lugar de Salvaterra do Miño donde nació, el funeral será este sábado a las 12.30 horas.

La catedral de Sowezi, en el país africano, acogerá mañana una misa, previa a su entierro and Saint Francis. En esa localidad, donde entierran a los sacerdotes y misioneros desde los años 40 del pasado siglo, se despedirán de él sus feligreses de Kasempa y varios religiosos. "Él quería quedarse allí. Sus padres, en el plazo de un año, habían fallecido, y había comentado que aunque se jubilase, se quedaría allí. Estaba enamorado del país y de la gente, y su hermano ha aceptado que sea enterrado allí", explica Jesús Muñiz, de la Fundación Lusekelo, que colaboraba con el misionero.

Entre los religiosos que le darán el último adiós en Zambia, se encontrarán los misioneros Jorge López y Gabriel Rodríguez. Este último explicaba ayer desde Zambia que "la gente aquí lo apreciaba. Tenía un don para acercarse a la gente. Al igual que nosotros, no se cree lo que ha pasado. Tenía 50 años, era joven y lleno de entusiasmo. Su muerte ha sido un bombazo".

A más de 7.000 kilómetros, en Vigo, sus amistades en la parroquia donde dio catequesis, preparaban en la tarde de ayer un In Memoriam para enviar a África. Marta Casal recordaba ayer la llegada a sus corazones. "Desembarcó en 1988 en la parroquia. Tenía carisma y era sencillo. Era misionero de vocación así que sabíamos que estaba de paso".

Una situación terrible

"Antes, se buscaban donativos con huchas donde se veían caras de niños negritos, chinos, indios... Él -relata Casal, de la ONG Mutende- puso un rostro de verdad a esas caras. Aquí, nunca pedía dinero, no le gustaba hacerlo. Cuando se marchó para Zambia, no tardó ni 15 días en pedirnos ayuda. La situación era terrible. Su preocupación era conseguir becas para los estudiantes y preparar a las mujeres". A través de la ONG Mutende y la Fundación Lusekelo, lograban conectar Galicia con Zambia, consiguiendo en Vigo los donativos necesarios para los proyectos humanitarios en su misión africana.

Desde Mutende, informan de que mantenían unas 50 becas allí para que jóvenes estudiasen Formación Profesional. A este proyecto, se sumaban otros como la alimentación a niños de la calle con sida (3.000 euros al años), la nutrición de enfermos adultos de sida así como de leprosos.

En Zambia, no crece el número de leprosos pero estos siguen marginados, obligados a vivir con sus familias fuera de la aldea, en otra erguida para ellos solos. Muchos tienen amputadas sus extremidades por lo que no pueden trabajar. Jesús Muñiz, de la Fundación Lusekelo y amigo de Bernárdez, recuerda cómo les llevaba comida un día y un enfermo lo "conmovió" en la visita. "Nos dijo: 'Agradecemos mucho vuestra visita, no porque nos traigáis ayuda, sino porque nos visitáis".

Muñiz coincide con Marta Casal en que, para el misionero gallego, la "prioridad" eran las becas. Aunque Bernárdez Gándara haya fallecido, la idea de la Fundación Lusekelo es "seguir" con las ayudas al estudio, dirigidas especialmente a las chicas ya que tradicionalmente en Zambia el dinero que tiene la familia se destina principalmente al estudio de los hijos varones.

Otro proyecto que Gándara puso en marcha con la ayuda de Lusekelo fue la creación de una granja de vacas en un país, con una naturaleza riquísima, donde el litro de leche es prohibitivo al costar 1,40 euros, casi el triple del coste en Galicia. Otras iniciativas fueron una granja de pollos y terreno para el cultivo del maíz.

Muñiz recalca la labor de Gándara en una misión con una vasta extensión, unos 150 kilómetros, donde pasó de atender a 24 comunidades a las 63 actuales.