"Todos los seres humanos llegan al mundo con una especie de pack en el que entran la religión, lugar geográfico, situación económica o contexto histórico y es complicado romper esos elementos predeterminados que nos marcan", dijo ayer en el Club FARO Julia Navarro., en una charla sobre los judíos europeos. "Si tú naces en un lado u otro de Ruanda, por ejemplo, serás hutu o tutsi, y eso marcará tu vida", matizó.

"Eso es precisamente la esencia de mi última novela, la lucha del hombre contra las circunstancias, el reto de construirnos a nosotros mismos a partir de ese pack en que nacemos", añadió respondiendo a las preguntas de su presentadora, la periodista Lucía Trillo. "Y hay otra parte esencial y a la vez la parte luminosa de la novela, la amistad por encima de diferencias, pues los seres humanos son capaces de empatizar si se ponen en la piel del otro".

La periodista y escritora se refería a su última novela, "Dispara, yo ya estoy muerto" (Plaza y Janés), con la que mantiene su trayectoria de éxito editorial. Una novela que, como respondió a Trillo, no es histórica sino de personajes, "que habla de la lucha del hombre con lo que le ha tocado vivir a través de la relación entre dos familias, una judía y otra musulmana". ¿Y porqué eligió el conflicto entre estos dos pueblos?, le preguntaron. "Pensé en varios escenarios -respondió-, como el de Ruanda o el yugoslavo, porque también se podría plantear el mismo conflicto de identidades y además también conocía bien esos territorios. Al final, elegí el más cómodo y el que mejor conozco, que es Oriente Medio".

Compartir la diferencia

¿La religión como elemento separador? No. Navarro inventó una historia de cómo unos seres humanos se encuentran en un espacio vital que tienen que compartir, cada uno con su propio pack, en el que evidentemente entra lo de la religión, pues tiene que vivir cada uno una vida que les lleva a enfrentarse. Pero no se enfrentan porque unos sean musulmanes y otros judíos. "Yo creo que no es la religión lo que enfrenta a judíos y a palestinos en absoluto, sino que el trasfondo es político. Es más, mientras en Europa se perseguía, marcaba, apresaba, expulsaba o quemaba a los judíos a lo largo de los siglos, incluida España y los mismos zares, donde encontraban cobijo era normalmente en países musulmanes, donde podían vivir perfectamente. El antisemitismo está en el ADN de los europeos. ¿Acaso no nos enseñaban de niños que los judíos habían matado a Jesucristo? Y el auge de la xenofobia en Europa parece reverdecer otra vez. Partidos como el griego Amanecer Dorado son un ejemplo".

Según la escritora y antes periodista cuatro décadas, en este momento histórico los que están sufriendo más son los palestinos, porque se están llevando la peor parte. "Pero ambas partes tienen que hablar y ceder, están condenadas a entenderse, no pueden seguir enfrentándose. Cuando se negocia, ambas partes tienen que perder algo en el camino, y es insoportable el sufrimiento de tantas personas por no encontrar una solución. En el interior de ambas sociedades ya se ven movimientos, aún pequeños, que apuestan por ese diálogo que ya estuvo a punto de fructificar con Rabín y Arafat y que cercenaron sus muertes, el primero en un atentado. Esa sociedad civil terminará obligando a sus dirigentes a que lleguen a un acuerdo".

Habló también, y es parte de su novela, de los campos de exterminio judíos en la II Guerra Mundial. "Conozco algunos y creo que nadie que los visite puede salir de ellos siendo el mismo, dada la conmoción que te producen. A mí me resulta insoportable, tiemblas si piensas en el sufrimiento que hubo en ellos. En una ocasión llevé a mi hijo y, al salir, me dijo: "Ahora entiendo que los israelíes no se van a mover de donde están de ningún modo".

"Claro -dice la autora-, los judíos son uno de los pueblos más maltratados de la historia, expulsados de toda Europa, y esa actitud de 'aquí no nos mueve nadie' es consecuencia de todo eso, de decir 'se acabó, ya no nos van a echar de ninguna parte. Sin embargo, en este momento los peor parados son los palestinos y la pelota está en el tejado de Israel".