A Galicia y la actual República de Kazajistán las separan más de 6.000 kilómetros. Galicia, en el límite occidental de Europa. Kazajistán, en el límite oriental con más de medio país en Asia. Tan distantes y tan cercanas por la tragedia de la historia.

Desde los años 30 hasta finales de los 40 del pasado siglo, la Unión Soviética tenía en la región kazaja de Karaganda -entonces Kazajistán pertenecía a la URSS- cuatro campos de concentración (gulag). En ellos, habían confluido desde judíos, nazis y europeos de diferentes países. Los prisioneros de procedencia española también eran de diferente condición: desde niños de la guerra a soldados de la División Azul y marinos o pilotos republicanos de distintas autonomías, ente ellas, Galicia.

Algunos fallecieron en el campo por las difíciles condiciones de vida; otros se salvaron quedando a vivir en Rusia, volviendo a España o emigrando. De un grupo más pequeño se desconoce su paradero.

Su historia en Karaganda ha sido objeto de estudio y temática de libros en los últimos años. Españoles en el gulag, de Secundino Serrano; y Republicanos españoles en el gulag, de Luiza Iordache, son dos ejemplos. Ahora, en otoño de 2013, regresa al interés público al entregar el presidente de la república kazaja, Nursultan Nazarbayev, al titular español, Mariano Rajoy, unos cuadernos con las fichas de españoles recluidos en uno de los cuatro gulags de Karaganda, en el número 99, de Spassk.

Tanto la Asociación Archivo Guerra y Exilio, como la Hermandad de la División Azul y la asociación de niños de la guerra esperan recibir del Gobierno español el listado para contactar con las familias. Desde la Embajada de Kazajistán en Madrid han ido adelantando tareas con el presidente de la Asociación Nexos-Alianza, el periodista Enrique Gaspar, que desde el año 2007 trabaja para la Alianza de Civilizaciones de Naciones Unidas. A día de hoy, ya tienen los nombres traducidos de los 152 españoles de la lista original. Catorce son gallegos.

Nombres gallegos

Las investigaciones realizadas hasta ahora concluyen que en la relación de presos se diferencian dos 'grupos'. Si eran redirigidos desde Odessa, se trataba de republicanos: marinos o pilotos, entre otras profesiones; si procedían de Kolpino, Krasny Bor o Leningrado (actual San Petersburgo) y Nóvgorod, eran de la División Azul ya que esos fueron frentes de guerra donde lucharon estos soldados españoles al servicio de Alemania.

Los datos de la Embajada de Kazajistán y que ha facilitado Gaspar a FARO plantean que, entre las personas de la lista de 152 españoles, del bando republicano figuraban tres gallegos: el marinero-motorista José Trole Castelo (A Coruña, 1912); el piloto y también carpintero y chófer José Carreira Romero (Ourense, 1917); y el marinero-artillero Manuel Rodríguez Tegueiro (Ferrol, 1918). Los tres habían ingresado en el año 1948 en el campo de Odessa.

Enrique Gaspar realiza una aclaración respecto de la ortografía de los nombres y nacimiento. "El fichero -explica- es copia del original en caracteres cirílicos, por lo que la embajada kazaja se encargó de traducirlo del ruso al español. Esta traducción no es ninguna maravilla pero es válida; faltan datos y están haciendo correcciones así como las ampliaciones necesarias. Este archivo es el que Nazarbayev le dio a Rajoy en formato muy elaborado y copia exacta del original en ruso".

Además de los tres gallegos republicanos, en este listado figuran también once combatientes de la División Azul: cuatro pontevedreses, tres de Ourense, dos de Lugo y dos coruñeses.

De Pontevedra, eran (hay que recordar que hay errores de transcripción) Juanín Gullón Antonio, nacido en el año 1923 en Mondariz y que era mecánico. En el momento de la detención en 1943 por parte del Ejército Rojo o las autoridades soviéticas se encontraba en Kolpino, en la región de Leningrado, actual San Petersburgo, que estuvo sometida a un cerco terrible por las tropas nazis.

Del frente de Kolpino también procedía el campesino José Manuel Ferreiro, un pontevedrés nacido en 1921. En los archivos figura que era nativo de la localidad de Bistuade pero es obvio que el funcionario o militar que lo inscribió en el campo nº 99 de Spakss cometió un error a la hora de entender el nombre del pueblo.

Por su parte, Vicente Román Constante, nacido en A Guarda en 1916, resultó capturado -al igual que los dos anteriores- en 1943 pero cerca de Leningrado, sin que se detalle exactamente la localidad o zona. La profesión que consta de Román es la de hornero.

El último pontevedrés de la lista es Federico Dobal que había nacido en Vilagarcía en 1923. Consta que su profesión era zapatero y que fue retenido en Krasny Bor en 1943.

Por parte ourensana, el mayor de todos en el campo nº 99 de Spassk era Domingo Pérez Elisio, natural de San Juan de Ourense. En las fichas se señala que era "mercader" y que su residencia anterior al internamiento había estado en Kolpino. En ese mismo lugar, fue capturado Graña Rebociño, un peón de Ourense nacido en 1924; mientras que el tercer ourensano fue Leopoldo Canitro José, un campesino nacido en 1923 y que su último combate lo libró en Krasny Bor.

Los lucenses que aparecen en la lista son Manuel Bousa Carias y Eusebio Calavio Belicillo. Una vez más hay que recalcar que hasta el próximo mes de noviembre la Embajada de Kazajistán no contará con los nombres corregidos y cotejados con los archivos de la División Azul. En el caso de Eusebio, consta que nació en el año 1917 en Sarria, que era mercader y que fue retenido cerca de Nóvgorod; mientras que Manuel procedía de Monforte de Lemos donde abrió los ojos un día de 1924.

Por último, los dos coruñeses del listado son José García Eugenio (Ferrol, 1921), carpintero sorprendido por el Ejécito Rojo en Kolpino; y Vicente Calvo González, natural de Betanzos donde su madre dio a luz en 1913. Consta que era radista.

La llegada a España de este listado tiene su historia. En enero, el embajador de Kazajistán en España, Bakyt Dyussenbayev, solicitó ayuda a Enrique Gaspar "para elaborar un dosier sobre las relaciones históricas entre España y su país", según explicó el periodista. "Le pedí -prosigue- que indagase en su país si algún kazajo intervino en la Guerra Civil española como piloto o soldado apoyando a la República y, al mismo tiempo, que pidiera información por si, en alguno de los gulags en territorio kazajo, había habido presos españoles".

En abril, Gaspar era informado de la aparición de las fichas de los españoles en el campo número 99. Un mes después, el director general de archivos de Kazajistán volaba a Madrid, donde le facilitaron diversa documentación. "Al cabo de dos meses, nos envió el famoso fichero de los 152 españoles de Spassk. Algunos fallecieron allí; ninguno gallego". Ahora, en octubre, llegaría la entrega oficial a Rajoy por parte de Nazarbayev.

Dolores Cabra, secretaria de la Asociación Archivo Guerra y Exilio, señala que "los 152 expedientes que han sido entregados al Gobierno de España suponen un avance. Esperamos que otros gobiernos sigan este ejemplo".

Para la Hermandad de la División Azul, el gesto del Gobierno kazajo supone "un paso muy importante". El vicepresidente de esta organización, Alfonso Ruiz de Castro, recuerda que a día de hoy aún se desconoce el paradero de algunos españoles internados allí. "Sabemos que fuimos una de las pocas naciones cuyos muertos allí tuvieron un entierro digno. Con esta información entregada a España, vamos a buscar a los familiares de estos presos para ver si quieren recuperar los restos", añade.

La historiadora Luiza Iordache cree que el gesto de Kazajistán "es bastante noble pero llega tarde aunque contribuirá a que las familias de las víctimas conozcan parte de la trayectoria de sus seres queridos".

Una odisea histórica desde 1937 hasta mediados de los 50

La historiadora rumana Luiza Iordache ha dedicado los últimos años de su vida a investigar este episodio de la historia. El próximo año, la editorial RBA le publicará un libro en el que presentará el listado completo -con su ocupación, procedencia y lugar de nacimiento- de 350 republicanos españoles en los gulags de Karaganda, la lista más completa hasta ahora. En ese grupo, figuraban pilotos y marinos, algunos de procedencia gallega a pesar de que el puerto base de los buques era la zona cantábrica." La mayoría de estos barcos -explica la historiadora- llegaron a la URSS a finales del año 1937.

Desde el inicio de la Guerra Civil, se dedicaron al transporte de material de guerra y de víveres entre puertos soviéticos y la España republicana. Hacían la ruta por el Mar Mediterráneo y llegaban a puertos del Mar Negro. La costa italiana y la costa del Norte de África no eran seguras para el transporte debido a los ataques de la aviación enemiga. Parte de estos buques, quedaron en la URSS por temor a perder el material o los barcos".

Por temor a ser hundidos, nueve buques se quedaron en los puertos soviéticos. "El cuerpo dipomático español en Moscú y Odessa, junto a las autoridades soviéticas, pusieron en marcha la repatriación de marinos. Parte de los tripulantes de los buques empezaron a ser repatriados", relata Iordache.

Las autoridades republicanas y los diplomáticos de Odessa siguieron trabajando para la repatriación del resto de marinos pero el remate de la contienda española en abril de 1939 paralizó las tareas hasta el comienzo de la II Guerra Mundial. En ese punto, a los republicanos se les ofreció regresar a España, exiliarse en otro país o quedarse en la Unión Soviética, aunque no todos los que solicitaron volver a España lo lograron. Las cosas se complicaron en 1941. La invasión del territorio soviético por el ejército alemán hizo que el 26 de junio el comisario del pueblo ordenase el internamiento de los españoles en el campo de concentración de Norilsk, cerca del círculo Polar Ártico con una temperatura en invierno de -50 grados centígrados de media." Fueron declarados enemigos del pueblo. La URSS buscaba cerrar filas y limpiar el territorio de cualquier enemigo, espía o desviacionista en nombre de la seguridad. Cualquier extranjero que se acercase a una embajada en Moscú representaba un hecho insólito y un riesgo muy grande.

"Pilotos y marinos querían salir a toda costa de allí y enviaron cartas además de visitar embajadas extranjeras de Italia, Francia y Alemania cuando la relación entre la Unión Soviética y Alemania aún era buena; pero con la invasión de las tropas nazis -entre las que se encontraban la División Azul con soldados españoles- fueron declarados "gente non grata". Además, habían rehusado invitaciones de trabajo", señala Luiza Iordache. En Norilsk, algunos perecieron por "los duros trabajos, la falta de ropa adecuada, enfermedades como el escorbuto, la disentería y el tifus; la jornada laboral", relata Iordache.

Después, fueron reenviados a otros campos soviéticos. En los de Karaganda, coincidieron con soldados de la División Azul capturados en el frente ruso en el año 1943. Los prisioneros fueron ´olvidados´. No se les permitía comunicarse con sus familiares. Una campaña a favor de su liberación, especialmente de los republicanos, se inició en Francia. El Gobierno de Franco intentaba liberar a los divisionarios. Tras muchos esfuerzo, a lo lago de los años 50, los últimos supervivientes fueron liberados tras pasar entre una o dos décadas bajo el yugo de los gulags rusos.