Dar visibilidad al lupus y normalizar esta enfermedad ha sido desde hace muchos años el objetivo de las asociaciones de pacientes. Para ellos, ha supuesto un golpe muy duro que se haya insinuado en muchos medios de comunicación que la supuesta parricida de Santiago, Rosario Porto, padeciera esta enfermedad y que ésta haya sido de alguna manera la que le empujara a llevar a cabo el atroz asesinato de su hija Asunta al provocarle "alucinaciones".

"Lo primero hay que destacar que el lupus es un enfermedad que produce trastornos físicos, no mentales", recuerda Leonor Gallego, delegada de la Asociación Galega de Lupus (AGAL) en Vigo. "En nuestra asociación hay 350 socios y nadie ha sufrido nunca ninguno de esos síntomas de los que se habla en la prensa como alucinaciones o escuchar voces... ; ese tipo de informaciones no contrastadas lo único que hacen es confundir a la gente, perjudicar a los afectados social y laboralmente y echar por tierra el trabajo de información y normalización que llevamos años realizando", añade Gallego.

El lupus es una enfermedad autoinmune crónica de origen desconocido que provoca que el mecanismo de defensa del organismo comience a atacarse a sí mismo, creando un exceso de anticuerpos en el torrente sanguíneo y causando inflamación y daños en las articulaciones, los músculos, la piel y casi todos los órganos. Los afectados, el 90% mujeres en edad fértil, sufren además una fatiga extrema y el estrés puede desencadenar brotes, por lo que en muchas ocasiones se ven obligadas a dejar de trabajar. Esta enfermedad afecta a 50.000 personas en España, unas 2.500 en Galicia.

La mayoría de los afectados realizan una vida prácticamente normal durante mucho tiempo, ya que cursa con brotes. "A cada persona le afecta de una manera diferente; hay personas que tienen un solo brote en su vida y que se consigue controlar con medicación y disciplina y otras que tienen una afectación más severa pero, en todo caso, las afectaciones neurológicas son rarísimas", corrobora Isabel Arceo, la presidenta de AGAL.

En el caso de Leonor, tuvo los primeros síntomas de lupus a los 24 años, "y la enfermedad no ha dejado desde entonces de manifestarse; he tenido varias bajas laborales porque los agresivos tratamientos hicieron que derivara además en un cáncer, pero ahora llevo un año completo trabajando", relata.

María Dolores Llanos, de 57 años, es también enferma de lupus, una enfermedad que sufre desde los 17. "No se puede consentir que se confunda a la gente con esta enfermedad, que es de origen físico y no mental y que en ningún caso provoca alucinaciones ni brotes psicóticos", advierte esta profesora.