Seis adultos se introdujeron ayer en seis ataúdes en la romería de Santa Marta de Ribarteme, en el municipio pontevedrés de As Neves. Cinco de ellos lo hicieron para agradecer a la santa, abogada de quienes corren peligro de muerte, haber intercedido por ellos, o por algún familiar, para que hoy continúen con vida.

El sexto "ofrecido" fue el que suscitó más expectación de todos. Se trata del presentador de televisión escocés Darren McMullen, que llegó con su propio ataúd. No ocultó que su pretensión y la de su equipo era grabar un documental para National Geographic Channel. El proyecto, cuyo rodaje se prolongará hasta octubre, incluirá grabaciones por toda Europa sobre distintos grupos espirituales, comunidades culturales y clanes tradicionales. McMullen trata de involucrarse lo más posible en la tradición que aborda y de ahí que, ayer, optase por convertirse en un "ofrecido" más.

No obstante, según explicó la monaguillo, Marta Domínguez, "él nos dijo que quería cumplir una promesa". De hecho, "si no es así y no se toma en serio, podría tener el efecto contrario" comentó la joven que se encarga de coordinar el préstamo de ataúdes y su salida en procesión.

Desde Sevilla, llegaron Mª Ángeles y Miguel Ángel para cumplir una promesa que otra persona había hecho por ellos. Cada uno se introdujo en un ataúd y fueron transportados en procesión por jóvenes de As Neves.

José Santos, vecino de la parroquia de San Ciprián de Ribarteme, no dudó en vestir una mortaja e introducirse en un féretro para agradecer a Santa Marta que su hijo de 25 años haya superado dos infartos cerebrales y diez operaciones. "Da un poco de respeto meterse en un ataúd pero es una promesa y hay que cumplirla" afirmó José.

Por segunda vez, vivió esta experiencia Manuel Martínez, vecino de Santa Marta. Tras superar un transplante de hígado, volvió a hacer la procesión dentro de una caja fúnebre como agradecimiento a la santa.

En el quinto ataúd fue en procesión María Carrera, una joven de Ponteareas que prefirió no desvelar el motivo de su ofrenda. De hecho, trató de ocultar su rostro de los flashes durante la procesión con gafas de sol y cubriéndose la cara con un abanico.

A pesar de que las temperaturas no fueron excesivamente altas e hicieron más llevadera la procesión, los ofrecidos fueron bebiendo agua durante el trayecto para evitar deshidratarse expuestos al sol. Por su parte, algunos portadores recurrieron a cojines para apoyar el féretro sobre los hombros.

La reserva de estos ataúdes de préstamo se hace con varios meses de antelación. "Tenemos cinco de adulto y otros tantos de niño. Los de este año son nuevos; la funeraria Pompas Fúnebres del Condado se llevó los viejos y nos donó estos nuevos" explica la monaguillo.

Este año hubo incluso ofrecidos que no pudieron realizar su promesa por la inexistencia de ataúdes suficientes. "Es a la voluntad, cada uno dona lo que considere por dejarle el ataúd" explica Marta Domínguez.

Un año más fueron cientos los asistentes a la romería. "Hubo menos que otros años por coincidir en lunes" explican desde la comisión de fiestas. Y también en esta multitudinaria romería se dejó notar la crisis. Las limosnas descendieron y en las bandejas se veían menos billetes y de menor valor que en años anteriores.

Además de ofrecidos en ataúdes, los hubo que vistieron una mortaja y llevaron una vela en la mano para agradecer la intercesión de Santa Marta. "Mi madre salió bien de una operación de columna y por eso cada año nos ponemos ella y yo las mortajas", explica Teresa Gil, que asistió desde Ginebra. Otros completaron la procesión descalzos o con sus hijos en el regazo, también amortajados para cumplir una ofrenda.