"La de los "guerrilleiros" o "fuxidos" fue una historia mal o contradictoriamente contada", decía ayer en el Club FARO el periodista Carlos G. Reigosa. "Durante el franquismo -opinó-, se decía y escribía que todos los que estaban en el monte eran unos bandoleros y después del franquismo se los convirtió en guerrilleiros o incluso héroes. Lo cierto es que en el monte, entre los escapados, había de todo, y los mismos escapados pasaron por diferentes fases"
Periodista y escritor, ex director de Información de EFE, conocedor como pocos del tema y cuyo último libro es "A vitoria do perdedor" (Xerais), novela en que trata esta materia, Reigosa piensa que la de los "fuxidos" es la historia de una tragedia que empezó teniendo mucho sentido pero lo perdió todo. "Visto con la perspectiva actual -afirma- no dejó más que muertos, víctimas y desgracias". Y a una pregunta sobre el papel de la URSS, país referencial entonces para la izquierda española, respondió que "el mismo Stalin nunca vio con buenos ojos la lucha guerrillera en España".
Contó Reigosa que durante el franquismo los huidos que se conocían eran nombres como Foucellas, Ponte, Guardaríos, Terrón, Molares "o maletas"... "No hubo noticias de otros nombres más que de unos cuantos como estos -dijo- ni libros que hablaran de ellos. El primero lo publicó un teniente coronel de la Guardia Civil, Aguado, que más bien se sirvió de ellos para enaltecer la acción de la Guardia Civil pero, paradójicamente, sirvió para descubrir una cantidad de "fuxidos" desconocida. Y cuando se empezó a investigar a fondo se descubrió que "guerrilleiros" antes enaltecidos como Foucellas o Ponte eran realmente de segunda o tercera fila y que hubo otros como Gómez Gayoso o José Antonio Seoane mucho más importantes. Del mismo Foucellas no se conoce ninguna actividad guerrillera sino de supervivencia".
Las fases de una huida
Toda esta peripecia, según piensa el escritor, ocupa entre 1936 y 1950 y no tiene quien la transmita hasta la muerte de Franco. Y después, opina, no hubo un proceso de información cabal sino que se fueron al lado contrario, haciendo de todo bandolero un héroe. Para deslindar diferentes fases en esta historia trágica de los huidos, Reigosa habló de una primera etapa entre 1936 y 39. "En esa etapa de la guerra -dice- , en la que huyeron miles de personas a los montes encontramos organizaciones de supervivencia pero no unidades guerrilleras salvo una excepción matizable en el norte de A Coruña con Guardarríos en que se pensó en acciones armadas. O sea que lo correcto en esos tres primeros años es hablar de "fuxidos" , no de guerrilleros. Pero llegamos a una segunda etapa entre 1939 y el 45 y aquí sí que van ocurriendo cosas".
Habló de los asturianos al mando de Marcelino Fernández que pasaron por León a Galicia y que hallaron en los montes gallegos un espacio ideal para la resistencia armada por su hábitat. "Fue un momento auroral de la guerrilla cuando en 1942 -dice- se constituye una unidad guerrillera en Priaranza del Bierzo con 24 personas que dieron luz al Cuerpo de Guerrilleros de Galicia, gallegos y bercianos; luego crearon una segunda agrupación en Ourense, una tercera en Lugo..."
La orden del PCE
Cuando concluyó la II Guerra Mundial había 4 agrupaciones guerrilleras en Galicia según contó Reigosa. En ese tiempo el PCE piensa que hay que intensificar la lucha armada en el interior y Líster le dio al periodista una clave del porqué, expresada abruptamente: había que echar sangre en la mesa de la ONU para transmitir que en España la guerra continuaba, por ver si se definían contra Franco.
Reigosa contó cómo en 1946, tras pasar a Francia el comité central del el PCE en la URSS (Pasionaria, Carrillo y Líster), éste decide retomar el control del partido en España. "Ahí empezó una de las etapas más dramáticas de esta historia porque no fueron obedecidas las órdenes de Carrillo y se ordena eliminar a la directiva del PCE en España, concretamente a Víctor García, que tenía tres grupos en Pontevedra y se negó a dejar el mando a quienes no se habían quedado a resistir en el interior."
