No descubrió que la investigación le entusiasmaba hasta el último año de la carrera de Química y, aunque las herramientas con las que ahora trabaja a diario, los láseres, apenas constituían unas líneas en su plan de estudios, Patricia Tourón (Vigo, 1980) está forjando su profesión en grupos punteros de óptica en Italia y Francia. Obtuvo su doctorado internacional en el Laboratorio Europeo de Espectroscopía No Lineal (LENS) de Florencia y pronto cumplirá dos años en el Instituto de Física y Química de Materiales (IPCMS), adscrito a la Universidad de Estrasburgo y al CNRS, el organismo público francés equivalente al CSIC español.

"Soy un producto de la educación pública española", se define con orgullo, "pero debo decir como crítica al sistema universitario que los estudiantes no tienen ni idea de lo que hacen sus profesores. Puedes acabar la carrera sin haber participado en ningún proyecto de investigación, no te dan muchas opciones de decidir si te gusta. Yo no me enteré hasta el último año de que uno de los mejores científicos españoles, Luis Liz Marzán, pertenecía a mi facultad".

Patricia recordó uno de sus consejos tras finalizar el doctorado en Florencia con una beca Marie Curie: "Me había dicho que la primera estancia postdoctoral era la última oportunidad de aprender sin presión y le hice caso. Solo hice dos entrevistas y pude escoger entre Roma o Estrasburgo. Me decidí por la segunda porque me apetecía cambiar de país".

En el LENS, donde permaneció cinco años, participó en un proyecto europeo relacionado con moléculas organometálicas que podrían formar parte de ordenadores, chips electrónicos o dispositivos de almacenamiento de energía solar.

Además de tener acceso a un equipamiento que muy pocos grupos manejan en España - "Los universitarios de Florencia pueden hacer prácticas en una mesa óptica de más de 1 millón de euros"-, Patricia disfrutó en Italia de la oportunidad de trabajar cerca de varios Nobel. "Todo el mundo conoce el laboratorio y te da mucha visibilidad", reconoce.

Desde junio de 2011, la investigadora viguesa pertenece al departamento de Óptica Ultrarrápida y Nanofotónica del IPCMS, donde continúa utilizando técnicas de espectroscopía pero aplicadas ahora a la biofísica y, de nuevo, con instrumental de última generación. De hecho, el centro posee un láser que opera en la escala del attosegundo, esto es, la trillonésima parte de un segundo.

"La espectroscopía ocupa una posición especial en la química, la física y ciencia en general. Es capaz de proporcionar respuestas a algunas de las cuestiones más buscadas, especialmente aquellas que conciernen a la estructura atómica y molecular. Muchos de los eventos que ocurren en moléculas y átomos lo hacen en la escala temporal del femto y picosegundo [la milbillonésima y billonésima fracción de un segundo], accesible solo mediante técnicas denominadas ultrarrápidas -espectroscopía laser- como las que utilizamos y desarrollamos en el grupo Biodyn del profesor Haacke", explica

"La proteína con la que trabajamos, denominada NCp7, juega un papel principal en la replicación del virus del sida y es un candidato ideal para estudiar aplicaciones terapéuticas. Debido a la rápida mutación del genoma vírico, el reto más importante sigue siendo el desarrollo de medicamentos multiresistentes. Mediante técnicas espectroscópicas tenemos acceso a las interacciones de la proteína y el ADN, lo que es clave para entender el proceso de replicación", detalla.

Estrasburgo es la capital de la región de Alsacia, una de las más industrializadas de Francia y el IPCMS, considerado centro de referencia en nanotecnología por el Gobierno galo, hace hincapié en los proyectos con la industria. "Alsacia se integra en una eurorregión junto a una parte de Suiza y Alemania con un peso económico importante. Es la primera vez que llego a un centro de investigación que no esté financiado por la UE, sino por organismos regionales o empresas privadas", destaca.

Patricia también está encantada con las condiciones laborales de los investigadores en Francia y, a diferencia del sistema español e italiano, un 20% de las plazas permanentes están ocupadas por extranjeros. Aún así también en el país vecino echa en falta más mujeres en esos puestos.

El próximo destino de la joven viguesa y de su novio Yannick, un investigador francés al que conoció en el IPCMS, podría ser Madrid: "Pero sería temporal, todavía es muy pronto para tener una plaza".

La pareja acaba de disfrutar de unos días de vacaciones en Vigo en compañía de unos amigos franceses. "Siempre le traigo gente a mi madre, hacía lo mismo cuando estaba Italia. Intento convencer a todos de que el norte de España es mucho mejor que el sur", comenta entre risas sobre su labor como embajadora.

Tampoco escatima palabras de halago para Alsacia: "Es una región por descubrir y su carácter se parece al de los gallegos. Cuando se relacionan contigo percibes que es real".