Buenos Aires amaneció aterrorizada la mañana del 5 de julio de 1976. La prensa informaba de la matanza de la parroquia de San Patricio del seminarista gallego Salvador Barbeito Doval, de 29 años, nació en la localidad pontevedresa de Portonovo, y sus compañeros sacerdotes Alfredo Leaden, Pedro Duffau, Alfredo Kelly, y Emilio Barletti. Para un país de tan arraigado catolicismo como Argentina, resultaba especialmente horrendo ostentar el récord de la mayor matanza de religiosos en Latinoamérica. La llamada Masacre de San Patricio es aún un tema candente en el país austral. Fue llevada al cine en la película "4 de julio", dirigida por Pablo Hernán Irizarreta y Juan Pablo Young, que se alzó con un premio en el Festival de Mar del Plata en 2008. Young contó a la periodista Carmen Villar que el seminarista gallego Salvador Barbeito, a punto de ordenarse cuando fue salvajemente acribillado -se recogieron hasta 73 balas en el escenario de la matanza- era "un bocho". Con ese término lunfardo Young intenta sintetizar la enorme "inteligencia" y "capacidad" de Barbeito, que estudió Filosofía y Pedagogía -carreras que compatibilizó con la docencia de Psicología y Filosofía en varios colegios y su labor de catequista- y además fue rector de un colegio católico donde "vivía el problema de cada alumno de una manera especial y profunda", como señala el padre Rodolfo Capalozza.

Los que lo asesinaron, junto a otro seminarista y a tres sacerdotes, dejaron por escrito otro calificativo, "zurdos", al lado de sus cadáveres tras pegarles un tiro por la espalda. Al parecer, su crimen era, tal y como seguía la pintada, ser "adoctrinadores de mentes vírgenes" y abanderados del MTSM (Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo). Quienes les conocían replican que "predicaban la paz".

El crimen fue reconstruido también en un controvertido libro del periodista argentino Eduardo Kimel , condenado a un año de prisión por mantener que los jueces evitaron la investigación del crimen. La Corte Interamericana de Derechos Humanos dio la razón a Kimel en 2008 y obligó a anular la condena y a indemnizar al periodista.

El pontevedrés Salvador Barbeito y sus cuatro compañeros asesinados por paramilitares fueron propuestos en 2006 para su beatificación como mártires de la Iglesia por el entonces cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio, ahora el nuevo papa Francisco. La canonización venía pidiéndose ya desde 2001 por distintos sectores religiosos en Argentina.

Al fondo de esta cuestión subyace en Argentina la polémica sobre la actitud mantenida por la Iglesia durante la dictadura militar. El diario bonaerense de corte peronista Página 12 desveló el año pasado que la conferencia episcopal argentina informó al Vaticano de que los desaparecidos eran exterminados por la dictadura militar (1976-1983), con anterioridad al Mundial de Fútbol de 1978, cuando varios países de Europa quisieron plantar cara no enviando a sus seleccionados como boicot al régimen y su ´guerra sucia´ contra opositores políticos. Así se desprende de un documento desclasificado que recibió el entonces papa Pablo VI. En ese papel, los obispos Raúl Primatesta, Juan Carlos Aramburu y Vicente Zazpe -todos ya fallecidos- dejaron mecanografiado un resumen del diálogo que sostuvieron con el dictador Jorge Videla (1976-1981) en la Casa Rosada. Esta revelación apuntaló la acusación de que la Iglesia argentina no actuó contra los desmanes militares en esos años, pese a estar al tanto de lo que estaba sucediendo.

La prensa peronista, tradicionalmente hostil a Bergoglio, ha insinuado siempre que el ahora Papa no actuó con firmeza para frenar la represión militar. "Documentos de las cancillerías argentina y norteamericana y la propia investigación del Episcopado y el Vaticano muestran que el crimen fue obra de la dictadura. Sin embargo, la Iglesia eligió callarlo. Paulo VI se entrevistó con Massera, quien fue recibido con honores en dos universidades jesuitas, cuando Bergoglio era el Superior de la Orden", llegó a escribir el influyente periodista Horacio Verbitsky, que volvía a recordar este suceso ayer en el diario Página 12.

Este sector de la prensa argentina mantiene que tras el cónclave que eligió a Ratzinger, en el que Bergoglio fue el segundo más votado, el cardenal argentino intentó "limpiar" su pasado más polémico. En este afán incluyen la canonización "un tanto tardía" de los religiosos asesinados.

El cardenal Bergoglio mantuvo siempre que estas informaciones forman parte de una persecución calumniosa a la Iglesia por parte del gobierno peronista.