"Temor irracional y compulsivo". De este modo define la Real Academia de la Lengua la palabra fobia -que deriva del término griego fobos (pánico)-, un problema que los psiquiatras engloban dentro de los trastornos de ansiedad y que lleva a quienes lo sufren a sentir un miedo excesivo ante situaciones o estímulos inofensivos para la mayoría de la población. La diferencia entre un simple cuadro de ansiedad y una fobia es simple. "Si alguien es víctima de un atraco, por ejemplo, es normal que esté ansioso unos días, pero cuando esta actitud es repetitiva, aparece sin necesidad de ver el estímulo, sólo pensando en ello y condiciona su vida hablamos de una fobia", señala el doctor Juan Carlos Díaz del Valle, del Servicio de Psiquiatría del Hospital de A Coruña, quien reconoce que las fobias sólo representan un 1% de las consultas que atienden cada año en el centro y que mientras otros trastornos como "depresión o ansiedad" han aumentado por la crisis, el número de pacientes con fobia se mantiene estable.

Los psiquiatras diferencian tres grandes grupos de fobias: la agorafobia, la fobia social y las fobias específicas. La mayor parte de quienes acuden al hospital coruñés en busca de ayuda sufren agorafobia, es decir, tienen miedo intenso a lugares en los que es difícil escapar o pedir ayuda. "Es una fobia muy incapacitante ya que los pacientes tienen miedo a salir de casa, a ir a lugares en los que hay mucha gente y esto les impide viajar o ir en autobús, por ejemplo", indica Díaz del Valle, quien asegura que "el 60% de nuestros pacientes con fobias vienen por este trastorno". Otro tipo también incapacitante es la fobia social. "Es gente que teme el momento de hablar en público o de hacer ciertas actividades públicas como ir a un restaurante", indica este psiquiatra. El tercer tipo corresponde a las fobias a objetos o animales concretos. "Vemos menos casos porque normalmente no dificulta el día a día, basta con evitar el objeto que provoca la fobia", sostiene.

En el origen de las fobias influyen diferentes factores. "Hay algunas como la fobia social que se sabe que tiene un origen genético, se da en varios miembros de la familia, y la causa es orgánica, es decir, al realizar una TAC o una resonancia se comprueba que el cerebro tiene una sustancia, la dopamina, en niveles más bajos de lo habitual", indica Díaz del Valle, quien reconoce que otras muchas fobias "tienen origen psicológico" por algún hecho que se ha vivido anteriormente y que se relaciona con aquello a lo que se siente pánico.

El tratamiento también varía en función del tipo de fobia que se padezca. "En la fobia social hay que recurrir a fármacos y además deben acudir a terapia cognitiva-conductual para aprender técnicas de relajación y habilidades sociales", señala Díaz del Valle, quien añade: "En la agorafobia funciona más la psicoterapia que los fármacos y en las específicas sólo se recurre a terapia".

En estos casos se hace una exposición al objeto fóbico, pero muy poco a poco. "Si alguien _teme volar, primero debe imaginarlo mentalmente, después ir a un _simulador y finalmente ir a un avión, no se puede hacer todo de golpe", ejemplifica este facultativo gallego.