Si algo es evidente es que Vigo tiene un especial cariño por su vecino, ya universal, el gaitero Carlos Núñez. Y este cariño se tradujo, en el concierto de ayer (presentando en su ciudad su nuevo disco "Discover") en un llenazo palmario, incontestable.

Comenzó el evento entre grabaciones de marea y sal, fauna oceánica y sonidos de bajel en tránsito, y así entró Núñez, gaita en mano, y sin más saludo que un manoteo al viento. Y tras el primer tema presentó cordial y dicharachero, ahora sí, a su banda con presencia internacional. - internacional también Núñez, esta gira que quiso llevar a Vigo por el mundo comenzó en Nueva York.

El espectáculo fue vistoso, sin duda, arropado por juegos lumínicos que bañaban ya no solo el escenario, sino todo el Auditorio. Pero por encima de la escenografía, la música: la banda es discreta en número y presencia, siempre en segundo plano, pero arropa con riqueza al gaitero. Y Núñez besa su flauta y abraza su gaita todo carisma (siempre con ese zapateado inconfundible, casi rockero). Hubo invitados como Lorena Freijeiro, pandereteiras, un joven coro de gaitas, o María, una niña de ¡ocho años! natural de Narón que asombró con la zanfoña.

Cantigas de Martín Códax

Momentos de gran intensidad fueron la interpretación de algunos de sus temas más carismáticos como "A irmandade das estelas", revisiones de clásicos como "A Rianxeira" o aportaciones novísimas como el estreno mundial de la revisión de las Cantigas de Martín Codax. Fue un concierto majestuoso, agradecido al oído y asentado sobre la base de ese nuevo folk para el siglo XXI que cose tradición y modernidad, y que empasta el acervo musical de Galicia con los sones más diversos del ancho mundo. Hay quien advierte demasiada frialdad quirúrgica en esta operación, que ofrece una música tan virtuosa como gélida, pero no: la vehemencia y pasión de Núñez alejan el fantasma del laboratorio sonoro o del empaste artificioso.

Y apasionado y emocionado propuso ayer el gaitero todo un viaje musical, el que transita los sonidos de su propia experiencia vital, de Galicia a los confines el mundo, que puso en pie al Auditorio no pocas veces.