El oficio de relojero se lleva en el alma y, sobre todo, en el corazón. "El tic tac de un reloj mecánico se asemeja a los latidos", expresa Gerardo Alonso, propietario de una tienda de relojes antiguos. Este vigués lleva más de cuarenta años dedicado al arreglo y restauración de estas precisas máquinas, y lejos de estar "cansado" de su trabajo, solo tiene elogios para describirlo. "Me encanta el oficio. Es un orgullo muy grande reparar una pieza que lleva mucho tiempo parada y ver la cara de satisfacción de su propietario, que a lo mejor llevaba años sin escucharla o no lo escuchaba desde niño".

Muchas son verdaderas piezas de museo que no suenan desde hace años y que en ocasiones suponen un reto, ya que vienen rebotadas de otros relojeros que no han podido devolverles su peculiar sonido.

Entre el extenso catálogo de relojes que han pasado por las manos de Alonso, destacan tres piezas de colección. Uno de pared, de bronce y hierro, del siglo XVII, de pesas y una sola aguja "porque en aquella época no importaba tanto media hora arriba o abajo". Otro de sobremesa, hecha por un relojero gallego en 1850, con caja de madera y un carillón a los cuatro cuartos. "Sonaba una musiquilla y tenía unas figuras en la esfera que movían los brazos y las piernas al son de la música". Actualmente se encuentra en el Instituto de Estudios Gallegos Padre Sarmiento de Santiago.

La última "rareza" que completa este improvisado ranking es un reloj de bolsillo que daba las horas, cuartos y minutos, perteneciente al contraalmirante vigués Castro Méndez Núñez, quien lo portó en la batalla del Callao (Perú), en 1866. "La arreglamos hace muchos años. Era una pieza muy rara y valiosa", señala.

La longevidad de estos relojes da cuenta de su extrema calidad, un valor añadido si se tiene en cuenta la inferioridad de medios presente en aquellas épocas. De ahí que Gerardo los califique como "la máquina más perfecta que haya creado el hombre", al tratarse del "único mecanismo que sigue trabajando después de muchísimos años". Y pone como ejemplo los relojes de torre que se conservan en iglesias de Inglaterra o Francia, que desde el siglo XV funcionan a la perfección.

Alaba la labor que a lo largo de los siglos han desempeñado los relojeros y aboga porque se siga "transmitiendo este arte". "Estos relojes deben conservarse y heredarse porque es un patrimonio de todos: de su preciso mecanismo surgieron infinidad de inventos y la mayoría mecánica actual proviene de la relojería antigua".

Reparaciones acompañadas de nostalgia

La mayoría de las reparaciones que realiza el relojero vigués vienen acompañadas de nostalgia. "Suelen ser relojes de pared o de bolsillo que traen gratos recuerdos. Pertenecían al abuelo o al padre del propietario y éste quiere arreglarlos para utilizarlos o volver a escuchar su sonido", comenta. Las averías más comunes a las que suele enfrentarse son derivadas de la falta de limpieza, engrase o puesta a punto. Algunos pueden precisar un cristal nuevo, una corona, pasadores o reajustar los mecanismos tras recibir un golpe.

Gerardo señala que cada pieza requiere un mantenimiento distinto. Por ello, recomienda visitar a un relojero de confianza para que le asesore y ponga al tanto del cuidado y reparación precisos.

Un oficio que necesita "escuela" para sobrevivir

Un buen relojero tiene que poseer múltiples cualidades. Paciencia, vista, destreza, pulso, manejo del torno, conocimientos generales de restauración de relojes antiguos (ebanistería, ceras, barnices, pinturas, esmaltes), así como conseguir piezas o máquinas necesarias. Según Alonso, quienes mejor podrían desempeñar este oficio son las mujeres. "Tienen cualidades innatas para ello, sin embargo, prácticamente no hay ninguna relojera", declara con cierta sorpresa.

Todos los relojeros que conoce, incluido él, han heredado el oficio de sus padres o abuelos. "Hemos empezado desmontando despertadores y volviendo a montarlos con su ayuda". El problema, asegura, está en que "no hay escuela". Solo en Madrid y Barcelona se oferta formación en relojería. "Si esto no se remedia, el oficio se va a perder", lamenta.