Lleva el salitre en las venas desde que embarcó en un barco, por primera vez con apenas unos meses de vida. "Nuestro padre es un gran apasionado del mar y nos contagió esa pasión a mí y a mis hermanos. Desde pequeños íbamos a navegar juntos a las Cíes y por la ría, y todos, de alguna u otra forma, seguimos viviendo el mar", confesaba ayer desde el puerto argentino de Bahía Blanca Álvaro Mozos (Pontevedra, 1979), tripulante gallego de la expedición del "Pakea Bizkaia" a la Antártida, poco antes de zarpar. Con una iniciación tan temprana, no es de extrañar que Mozos acabara vinculando su profesión al mar y que ayer se embarcara en la que sin duda es, hasta el momento, su mayor aventura: visitar el continente helado para despertar en los escolares del País Vasco, la curiosidad por la biodiversidad marina y el respeto por el medio ambiente, tal y como hizo padre con él, confiesa.

A Mozos, licenciado en Navegación y Transporte Marítimo, le esperan dos intensos meses de singladura, durante los que tendrá que enfrentarse al frío -el continente helado alcanza en esta época del año temperaturas entre -13 y 10 grados, aunque la sensación térmica puede ser de hasta -20, apunta el navegante gallego- y a la soledad de las guardias, pero durante los que también le esperan grandes retos. "El Mar del Sur es siempre complicado y doblar el cabo de Hornos es delicado, pero también es una de las navegaciones más emblemáticas para un marino", asegura Mozos, para quien tener a Unai Basurko -único español que ha obtenido podio en la Velux Oceans 2007 y que participó en la Vendée Globe (2008-2009)- como capitán del velero, un Open 60, también es una garantía. El paso por el pasaje de Drake es la etapa que aguarda con mayor impaciencia el tripulante pontevedrés. "Quienes lo han vivido te dicen que por mucho que te prepares no te puedes imaginar lo que es", agrega Mozos.

Encontrarse con ballenas también es un acontecimiento que a los navegantes nunca deja de sorprenderles. "Son animales enormes y verlos siempre te impresiona. Nosotros vamos a estar en Península Valdés, uno de los mejores lugares del planeta de avistamiento de ballenas y, aunque esta no es la mejor época, tampoco es la peor, por lo que esperamos avistar bastantes", comenta.

Respecto a la vida a bordo, no será distinta a la de se lleva en cualquier otro velero, donde la tripulación se reparte las tareas propias de la navegación con las domésticas, entre las que se encuentra la cocina. "Hacemos de todo un poco, pero el día a día a bordo es bastante rutinario", asegura el navegante, que dará la bienvenida al nuevo año en Tierra del Fuego. "Va a ser duro estar lejos de casa, pero también va a ser increíble", opina.