La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que del millón de personas que se suicidan cada año -lo que supone una tasa global de 16 por cada 100.000 personas o una muerte cada 40 segundos-, el 90% padece una enfermedad mental grave, como la depresión o la esquizofrenia sin diagnosticar o sin tratar. El psiquiatra español Francisco Javier Alberdi, responsable de la Unidad de Prevención del Suicidio de Copenhague, explicó ayer la terapia basada en la mentalización que aplica este servicio y sus resultados, durante la IV Jornada de Actualización en Personalidad, organizada por el Foro Gallego para el Estudio de la Personalidad en colaboración con la Asociación Gallega de Psiquiatría, la Sociedad Española para el Estudio de los Trastornos de Personalidad y el Concello de Nigrán.

-¿Qué es la terapia de la mentalización?

-Es un tipo de terapia bastante nueva, no tiene más de seis años. Consiste en ofrecer a los enfermos la posibilidad de desarrollar su capacidad de mentalización, o sea, ayudarles a pensar sobre el contenido de las cosas que ocurren: qué sentimientos, qué pensamientos, qué motivos, qué intenciones se tienen cuando se hacen las cosas. Sobre todo en situaciones de emociones fuertes, como conflictos familiares y de trabajo, los enfermos suelen tener dificultades bastante grandes de mentalización y la terapia lo que intenta es ayudarles para que mejoren esa capacidad de mentalización.

-Pero, ¿qué diferencia hay para que en la misma situación una persona intente suicidarse y otra no?

-Lo que llamamos el colapso de la mentalización. El que se quiere quitar la vida es porque de repente ya no puede pensar claramente sobre la situación concreta y piensa que nada tiene solución, que nadie va a poder ayudarle y que la única solución es suicidarse, mientras que el otro, aunque está triste, puede seguir pensando en la situación de forma histórica, es decir, hoy estoy en esta situación pero ayer estaba en una diferente y mañana posiblemente esté en otra. Tiene capacidad de mentalización, cosa que el otro ha perdido.

-¿Por qué se pierde?

-Sobre todo suele ser por trastornos de la personalidad serios o enfermedades mentales graves como la psicosis. En esta precisamente, se pierde la capacidad de ponerse en relación con el mundo de forma realista, la capacidad de ver la razón y las consecuencias de lo que se hace.

-¿Es previsible que la crisis aumente los casos de suicidio?

-Es probable. Las situaciones de crisis social o emocional muy serias crean situaciones extremas en que uno pierde la capacidad de mentalizar, se desespera y puede hacer barbaridades. Si uno ya de por sí es un poco más débil psíquicamente tendrá más predisposición a reaccionar de esa forma.

-¿Podemos anticiparnos a una conducta suicida?

-Si la persona está en un estado de depresión fuerte y es muy impulsiva, es decir, si actúa rápidamente, sin pararse a pensar en las consecuencias, debemos buscar ayuda rápidamente.

-¿Se puede corregir?

-Se puede mejorar. Hay estadísticas que constatan que el número de suicidios está decayendo en Dinamarca desde que se creó este departamento, hace diez años. Dinamarca y Escandinavia siempre han sido países con una alta tasa de suicidio y por eso se abrió esta unidad específica del suicidio. Hace medio año era de 2 por cada 100.000, cuando antes era de 12 y 14 por cada 100.000.

-¿La climatología tiene alguna incidencia en esta conducta?

-No creo. Seguramente sean factores muy distintos, como la situación familiar y la cultura. En los países escandinavos la familia no está tan unida como en España. Allí son más agnósticos y esto hace que la muerte no se vea como algo tan complicado...

-¿Por qué hay más casos en hombres que en mujeres?

-Los hombres deciden de forma más absoluta y las mujeres tienen más capacidad de flexibilidad y también tienen más relaciones sociales. Hay muchos hombres que tienen una vida muy aislada y eso es peligroso también.