Francisco Martínez Bordiú estuvo recientemente en el Club FARO en Vigo para hablar de su libro, "La naturaleza de Franco. Cuando yo era persona". El autor concedió una entrevista en la que aborda su experiencia directa con su abuelo, labrada en los entresijos de la vida cotidiana que compartió con él de niño.

–¿Esperaba que el libro fuese considerado una provocación e incluso generase airadas reacciones su presentación?

–En ningún momento. Ya va por no sé qué edición y tampoco lo esperaba...

–Dice usted que solo pretendía hablar de una relación abuelo-nieto pero a veces se le escapan declaraciones polémicas que van un poco más allá...

–Mi reto al escribir el libro fue centrarme en la persona y olvidar el personaje, pero eso es prácticamente imposible y algún desliz habré tenido.

–El afecto a un abuelo puede nublar la capacidad de enjuiciamiento...

–Es obvio que yo no soy objetivo con mi abuelo y por eso no quise entrar en su dimensión política en el libro, como ahora en la entrevista.

–¿Por qué cree que su figura levanta 60 años después ampollas en determinados sectores?

–Tengo por principio de reflexión la duda, pero creo que mi abuelo debe pertenecer ya a la historia, que hay que juzgarlo desde un punto de vista distinto. Me gustaría que cada uno, o usted mismo, mirase a sus generaciones anteriores, cómo eran en el plano económico, educativo y de expectativas de futuro, entre los años 20 y 30, 40 y 50, 70 y 80 y actualmente, y se llevaría sorpresas.

–Dice usted que Franco no se consideraba de derechas y que en una ocasión aplicó la palabra "derechona" a otros...

–Se refería a la monarquía y la república que conoció antes de la guerra. Hay por ahí un artículo de doble página firmado por él en el que habla sobre si es de derechas o izquierdas. Pero a partir de la guerra no hay para él derechas o izquierdas, hay españoles.

–Y afirma que defendía a la clase trabajadora...

–Yo leí una vez que lo de mi abuelo fue una dictadura de la clase media y yo lo creo. Quería que los obreros tuvieran más futuro, pensando en una clase media más sólida que diera estabilidad al país. Una vez declaró a Vernon Walters, enviado de Nixon, preocupado por el futuro de España, que tras su muerte no iba a pasar nada porque dejaba una clase media que no lo permitiría.

–¿No cree que en este momento se está retrocediendo en derechos de los trabajadores?

–Efectivamente, los derechos de los trabajadores están ahora en peligro muchos de ellos por la crisis económica. No creo que haya nadie que intente recortarlos porque ya está asumido que la justicia distributiva es importante para la estabilidad de un país. El problema es que nos hemos gastado el dinero que no teníamos, hemos vivido como nuevos ricos y ahora hay que pagar facturas. Empresarios y trabajadores.

–¿Cómo ve usted que hayan convertido el Pazo de Meirás en un bien cultural de acceso público?

–Es obvio que no estamos de acuerdo o, mejor dicho, no está de acuerdo mi madre y ha recurrido esa decisión. Yo creo que el tiempo le está dando la razón porque ha habido muy poco interés en visitantes. Y es que si analiza uno lo que es el pazo, no tiene interés arquitectónico, salvo el morbo de que ha sido la residencia de Franco. Hay pazos en Galicia que no están declarados de bien cultural y tienen mayor importancia. Y cuando lo reconstruyes sin una sola peseta oficial y luego te lo declaran bien cultural, y tienes que compartirlo... Pero, bueno, mi madre siempre ha acatado las decisiones de la autoridad.

–Le salen a ustedes forúnculos en la casa. Pocholo, por ejemplo ¿es la faceta "after hours" de la familia?

–No es un forúnculo, este primo es una gran persona. En mi familia hay de todo el espectro político y social.

–También está Giménez Arnau, ex de alguna de sus hermanas...

–Cada uno se busca la vida como puede.

–Cuenta usted que en el Azor se oía gallego y vasco por los marineros pero no parecía su abuelo muy proclive al uso de las lenguas en las distintas comunidades...

–Él pretendía que las lenguas no fueran disgregadoras, excluyentes. Creía que una España unida por una lengua común era mucho más fuerte ante el mundo.

–En lo que no entra es en conceptos como represión...

–En el libro yo no he querido entrar en esos aspectos. Para hablar de los aspectos negativos de mi abuelo no estoy yo, ya hay muchos más, o estáis muchos más (risas).

–Lo de Fraga, qué fuerte. Herir a su madre en una cacería...

–Sigue teniendo plomos en el cuerpo, más de 30. Y no fue la única vez que le vi plomear a alguien cazando. Lo que no quita que fuera un gran hombre de Estado que dedicó su vida a España y Galicia. Mi madre le disculpó el tiro. Y mi abuelo, aunque no debe de ser agradable para un padre que le den un tiro a su hija delante de él.

–La terminología al uso sobre la guerra civil llama rebeldes a quienes se levantaron en armas contra el Gobierno constituido...

–No se olvide de que mi abuelo no fue quien inició la guerra; la ganó. Defendió la República en el 34 y en el 36 tuvo sus dudas, no fue sino uno más de los que se levantaron en armas pensando que aquel Gobierno había perdido la legitimidad.Pero no entremos en eso.

–¿Sería correcto llamar dictador a su abuelo?

–Prefiero llamarlo autócrata.

–¿Escribió sus memorias?

–Eso lo dice Vicente Pozuelo en su libro. Le dictó unas memorias mientras hacía unos ejercicios de logopedia. Las tiene mi madre pero no considera que sea todavía momento oportuno de publicarlas.