¿Qué sucedería si en medio de un concierto sonara el teléfono móvil del director de orquesta y tuviera que ausentarse para atender la llamada? Este es uno de los gags de "Pagagnini", el espectáculo que el violinista Ara Malikian y la compañía Yllana traerán al Teatro Novacaixagalicia el próximo sábado (20.30 horas), una producción que reúne en un mismo plano el humor gestual y el virtuosismo de cuatro grandes músicos: el violinista libanés, que ejerce de director de orquesta en este "des-concierto", Fernando Clemente (violín), Eduardo Ortega (violín) y Gartxot Ortiz (chelo). El resultado: un hilarante espectáculo donde desfilan, magistralmente ejecutadas, piezas de Tomás de Sarasate, Vivaldi, Mozart, Falla, con guiños a otros géneros como el rock y donde una obra clásica puede convertirse en el "With or Whithout You" de U2 o en la banda sonora de "Correcaminos".

–Usted se ha propuesto popularizar la música clásica, pero con "Pagagnini" ha dado una nueva vuelta de tuerca a la forma de concebir los clásicos.

–No hemos inventado nada; simplemente hemos unido la música con la risa. El humor gestual como el de Yllana y la música clásica son dos cosas que llegan muy bien a todo el mundo. La función fue una exploración, queríamos demostrar que se puede hacer música bien hecha con más alegría y optimismo. Un concierto de música clásica siempre es algo estirado y queríamos demostrar que se podía hacer de otra manera. Fue un experimento y hemos demostrado que esta fórmula acerca la música clásica a los más jóvenes, aunque es un espectáculo abierto a todo el mundo, incluso a los melómanos. Llevamos cuatro años con él, más de cien funciones por todo el mundo y donde ha ido lo más bonito ha sido ver salir a la gente con una sonrisa.

–¿Por qué no conecta la música clásica con los jóvenes?

–Porque un concierto de música clásica se rige por una reglas que se inventaron hace 150 años y que los jóvenes no sienten como suyas.

–¿Cómo invertir esta tendencia?

–Cambiando las actitudes, siendo más comunicativos con el público. Hay que entender que si el público no disfruta con lo que hacemos no es culpa de él, sino del intérprete, que quizá tenga que hacerlo mejor. No podemos ser tan arrogantes.

–Y ustedes se han propuesto que el público disfrute...

–La verdad es que para nosotros, la primera condición fue mezclar humor y música con el más alto nivel. Los cuatro somos músicos profesionales, no actores, y por eso la parte musical es la más cuidada. Tenemos un gran respecto por la música. Ninguno nos reímos de la música; nos reímos con ella.

–¿Lo más complicado fue encontrar a músicos dispuestos a reírse de sí mismos?

–No. Hay muy buenos músicos que querían meterse en este proyecto. En la música hay mucha gente que le gusta hacer música clásica pero que está cansada de que esté donde está y que quiere llevarla a todo el mundo. De hecho, llamé a mis amigos y ya está.

–Uno de los momentos más hilarantes es cuando le suena el teléfono al director de orquesta. ¿Es frecuente que suene un móvil en medio de un concierto?

–Los gags están inspirados en la vida real y que suele un móvil en medio de un concierto pasa mucho. No tanto que le suene al director, claro.

–¿A usted le ha pasado?

–Claro. Hay que tomárselo con sentido del humor, pero a veces el director o el músico se enfada y regaña al público. Si suena un móvil no pasa nada, todos somos humanos. Te ríes y sigues tocando.

–¿Cómo surgió esta colaboración con Yllana?

–Fue todo un camino. Yo llevaba años trabajando con la música clásica para acercarla a todo el público: niños, jóvenes..., e Yllana ya se había metido en el humor con música rock. Entonces quiso ir un paso más allá y fusionar música clásica con humor. Y así nos encontramos en esta experiencia tan bonita.

–¿Hay que liberar a la música clásica de esa etiqueta sobria, de la solemnidad?

–Absolutamente. Es lo que decía antes, hay una arrogancia inexplicable. Y nosotros nos reímos de esto. Nos reímos de las reglas que existen, de la jerarquía, de las reglas sociales dentro de la orquesta.

–Además, son capaces de convertir una pieza clásica en un tema de U2.

–Es la otra parte del espectáculo. Aunque más del ochenta por ciento es música clásica, también hacemos guiños a otros géneros, como el rock, el tango...

–¿Y quién es el responsable del programa?

–Lo decidimos un poco entre todos. Teníamos muchas obras en mente y elegimos las que mejor se adaptaban a lo que queríamos hacer.

–¿Por qué "Pagagnini"?

–Siempre ha sido un ídolo, una leyenda para mí y además fue el primer artista que llevó la música clásica a los teatros, a las masas. Es un homenaje a Pagagnini porque es la primera estrella de la música.

–¿Esperaban el éxito de público y crítica que están teniendo?

–Sí porque lo hemos hecho con todo el cariño y la seriedad. Hay muchos meses de trabajo detrás porque queríamos montar un espectáculo bueno.