El encuadernador se parece mucho al librero o al bibliotecario, siempre rodeado de páginas y de volúmenes, antiguos y modernos. Su trabajo consiste en procurar la conservación y embellecer la literatura por fuera, con cubiertas que pueden tener como finalidad simplemente devolver la utilidad al libro o darles el estatus de único. Este segundo es el caso del ejemplar que le ha valido al encuadernador vigués Pablo Otero Pino el tercer galardón en los Premios a las Mejores Encuadernaciones Artísticas que concede anualmente el Ministerio de Cultura, dotado con 2.000 euros y que presentó con el lema "Soledad".

La obra juega un papel fundamental en la encuadernación artística. No es lo mismo encuadernar un ejemplar de "El Quijote" que uno de los títulos del último Premio Cervantes, en el que se basa cada año la convocatoria de estos premios. A "Paraíso inhabitado", de Ana María Matute, obra objeto de esta edición, difícilmente le irían los nervios en el lomo, por ejemplo, elemento, sin embargo, que vestiría muy bien cualquier obra de la literatura clásica.

Otero Pino optó por un diseño más actual, aunque antes de concretarlo, se sumergió en la historia de Matute. "Primero me leí el libro porque opino que el continente ha de estar en consonancia con el contenido", explica este encuadernador, que, a sus 42 años, tiene detrás una experiencia de más de dos decenios.

¿Y cómo ha interpretado el artesano vigués este "Paraíso inhabitado"? Otero Pino ha optado por un encartonado en piel de búfalo, una piel con bastante grano, en color "soleil" (amarillo sol) y dos mosaicos a borde de piel morada. "Luego va decorada con película térmica naranja", precisa. Las guardas también son de piel: las cartón borde a borde en naranja y las volantes, en morado. El ejemplar se completa con una camisa y un estuche a juego, rotulado con tipografía de 1,5 milímetros con la misma película naranja.

Este ejemplar, junto con el primer y segundo premio y los finalistas, forma parte ya de los fondos de libros valiosos de la Biblioteca Nacional, y serán exhibidos por el ministerio en el próximo Líber, en octubre, momento en el que también se entregarán los galardones a los ganadores.

Otero Pino descubrió su vocación por este oficio milenario durante su etapa universitaria y ahora se lo enseña a otros en la Escuela de Artes y Oficios de Vigo. "Acabé dedicándome a esto un poco por casualidad. Un día, dejé un libro encuadernado por mí sobre el mostrador de la biblioteca y me preguntaron por la edición. Les dije que lo había encuadernado yo y me propusieron hacer lo mismo con los libros de la biblioteca que estaban estropeados por el uso", explica. "No llegué a terminar la carrera porque me di cuenta de que trabajar con las manos iba más con mi forma de ser", asegura. De esta forma, cambió las fórmulas por las plegaderas y el trabajo técnico por el artesanal, y en 1998 abrió su propio taller en Vigo (Pino Encuadernaciones). Sus principales clientes son editoriales, imprentas y también particulares amantes de los buenos libros, por dentro y por fuera.