El dibujante Gogue (O Grove, 1953) vive un momento de satisfacción en su carrera artística. Su hijo creativo “Floreano”, el personaje nacido de su puño y que lleva acompañando a los lectores de FARO desde hace 22 años, abandonará el papel y tomará volumen. El escultor pontevedrés Lucas Míguez ultima el boceto de una escultura de “Floreano” a tamaño real que se instalará en un lugar tan simbólico para Gogue como es la plaza frente a su casa natal.

-¿Cómo surge la idea?

-El sueño de cada creador es materializar su personaje en una escultura. Después de 22 años de sacar diariamente a Floreano en FARO. ..

-Por fin ha decidido independizarse.

-¡Ya era hora de dejarlo que decidiese su futuro! (Risas).

-¿Y para cuándo lo veremos en tres dimensiones?

-La primera quincena de julio, si no hay contratiempo, se instalará la escultura.

-Una vez que salga del papel, ¿quién sabe que será lo próximo que le ocurra a Floreano?

-El siguiente sueño es llevarlo al cine. Ya hay un proyecto, pero aún no cuajó. Ya está en un estudio pero aún no quiero decir nada. Cuando creé a Floreano nunca pensé que tendría la trascendencia que está teniendo. Es como un premio.

-Ahora en serio, ¿qué se siente cuando un diseño suyo salta a una escultura?

-Siento sensación de alegría. Satisfacción de proponerme objetivos y cumplirlos. Por ejemplo, en Bruselas está Tin-Tin; en la Bretaña, Astérix...No me estoy comparando, pero era una de mis metas. Traspasarlo a figura, y luego al cine de animación.

-¿Quién promueve la iniciativa de la escultura en O Grove?

- “Engroves”, una asociación de empresarios de O Grove, la Diputación de Pontevedra... y no sé quien más porque me mantuve un poco al margen. -Sale en una fotografía con el escultor y con el boceto de la escultura, entiendo que está siguiendo el proceso.

-Lucas [dice por el escultor, Lucas Míguez] puso el primer trozo de barro ante mí. Me consulta permanentemente. Se ve cómo va creciendo. Y será tal cual...

-Tiene todo lujo de detalles.

-Es una maqueta, que se hará a tamaño real en bronce. Tendrá la dimensión real de una persona. Con su mesa, los detalles, las tazas de vino, el periódico y las moscas.

-¿Moscas?

-Irán perfectamente pegadas.

-Es decir, tal y como lo vemos en el periódico

-Igual, igual. -Sabe que todo el mundo se fotografiará con ella.

-Claro. No es un homenaje a mí. Es la cesión de la figura para el pueblo y uno de los objetivos es ésa. Tengo lectores de EE UU que me han dicho que vendrán a hacer una fotografía con Laureano este verano.

-¿Conoce al escultor?

-Lo conocí hace unos años, cuando hizo el conjunto escultórico de los personajes de Valle Inclán en Vilanova de Arousa. Me gustó mucho cómo trabaja.

-¿Por qué le llamó Floreano al protagonista de su viñeta?

-Pensé en un nombre que se adaptara a su personalidad.-¿Dejará algún día la taza de vino y se hará abstemio o va a ser siempre tan borrachón?

-Es borrachón, pero en su justa medida. Yo digo que es un degustador de vino...

-Hace un humor de taberna muy próximo a la realidad, ¿cuánto hay de verídico y cuánto de inspiración en sus viñetas?

-Hago humor social, para el pueblo. Es lo que puede suceder realmente; siempre saco algún trazo cómico de una conversación. Por eso, mis chistes son atemporales.

-Floreano nunca ha votado.

-Hago humor para sacar una sonrisa a la gente. A veces, para hacerla recapacitar, pero casi siempre para que me diga: ‘alegráchesme o café da mañá, que chiste máis bo’. Esa es la clave de que tanto tiempo después, la gente quiera a Floreano.

-Su público ya tiene canas o le siguen los jóvenes.

-He estado en exposiciones y en Santiago unos chavales llegaron con las tiras colgadas y pegadas en un bloc, tipo álbum para que se las firmase.