Los comedores sociales y entidades similares de beneficencia no dan abasto. La crisis económica ha provocado un cambio en el perfil de sus usuarios. Si hasta ahora solicitaban ayuda de estos locales colectivos de "excluidos por adicción al alcohol y las drogas" y emigrantes sin papeles, ahora las colas de los comedores se multiplican, en algunos casos hasta el doble de usuarios, integradas por parados que han agotado "todas las prestaciones", jóvenes mileuristas y "familias enteras" con niños que perdieron su vivienda "por no poder pagar la hipoteca o el alquiler".

No obstante, a las entidades que gestionan la beneficencia y que manejan estos datos, les cuesta cuadrar las cuentas porque la demanda supera los recursos. Ocho de ellas –las cocinas económicas de Santiago, a Coruña y Ferrol, Renacer y El Refugio, de A Coruña, Cottolengo, de Santiago, Sal de la Tierra, de Vigo, y el Hospital Asilo Nuestra Señora de los Ángeles, de Ribadavia– lanzaron ayer en la capital gallega un llamamiento a la sociedad para mantener su labor, ante la "caída de las aportaciones de las cajas de ahorros y de las administraciones". Hasta ahora, señalaron, la crisis no ha disminuido la concienciación social y los ingresos por donativos de particulares se incrementaron. Pero también lo hizo, explicó el presidente de Renacer de A Coruña, José Fernández, los gastos derivados de la subida del precio de la electricidad o del combustible.

Los representantes de las ocho entidades aprovecharon la firma de un convenio con Vegalsa-Eroski –por el que esta compañía gallega de distribución se compromete a donar cada mes productos para nutrir los comedores sociales–, para pedir a otras empresas que se sumen a la iniciativa y se cree una "verdadera red de cooperación solidaria".

La mitad de las entidades expusieron su caso particular. En Sal de la Tierra, en Vigo, se duplicó el número de comensales diarios, un fenómeno semejante al que está viviendo la cocina económica de Ferrol, mientras que la cocina económica de Santiago subrayó la elevada cifra de jóvenes que utilizan sus servicios, destacando el número de mujeres. En Renacer de A Coruña, en lo que va de año ya se recibieron el equivalente de la mitad de peticiones de ayuda que el año pasado.

En el caso de la Fundación Hospital-Asilo Nosa Señora de los Ángeles, su gerente, Bernardo Dávila, explicó que la institución puede verse obligada a convertirse en una residencia de ancianos convencional si no recibe ayudas.

Si todas las entidades vieron cómo la demanda de ayuda se acrecentaba durante el último año, el futuro no parece más optimista, al menos a corto plazo. "Lo peor no ha pasado", enfatizan. Como explica José Fernández, la crisis ha actuado como "un terremoto" y ha dejado a muchas familias "desamparadas".