Alguno de los 83 ocupantes de las vitrinas que integran la exposición "Ex libris Gallaeciae. Dos libros de Galicia", llegó a la Cidade da Cultura tan escoltado por la policía que bien podría confundirse con un ministro, pero todos ellos, como aseguró ayer uno de los comisarios de la muestra, Xosé Ramón Barreiro, ex presidente de la Real Academia Galega, son "joyas bibliográficas" que, además de conformar la exhibición que actúa como preludio a la inauguración oficial del Gaiás, sirven para lograr dos objetivos: "subrayar, la identidad gallega y demostrar que la cultura gallega es una cultura de distinción, una alta cultura".

Los que se acerquen al Arquivo del complejo diseñado por Peter Eisenman –hasta la inauguración oficial del Gaiás, en enero, solo podrán hacerlo previa petición de cita a través de internet– podrán disfrutar de una selección de piezas que suponen una "biografía gramatical" de Galicia, en palabras de Barreiro, y que, como dice el conselleiro de Cultura, Roberto Varela, "definen la historia de nuestro país".

Aunque todos los documentos son "auténticos tesoros", como afirma Xosé Luis Axeitos, también comisario de la exposición, algunos destacan por ser los primeros de su género. Así, la muestra incluye el primer libro que llegó a Galicia –los Decretales Gregorii Papae IX–, el primero que se imprimió aquí –el Breviarium Auriensis–, un ejemplar de Proezas de Galicia –el libro impreso en gallego más antiguo que se conserva–, o el "primer superventas", según Axeitos, de la literatura gallega, el Catecismo d´a doutrina galega.

Y todas estas obras solo son el "prólogo", ya que la muestra sigue la estructura de un libro. Antes de entrar en los "capítulos", aún quedan joyas como la primera revista ilustrada o el primer diario en gallego. En el capítulo "Da identidade" se puede encontrar desde una obra de Cayo Plinio el Viejo que parece situar en Galicia las Kassiterides hasta una de las cinco versiones completas del Codex Calixtinus, pasando por los manuscritos de Murguía y su Historia de Galicia o los de Castelao y su Sempre en Galiza, además del primer mapa del Reino de Galicia.

El siguiente capítulo está protagonizado por la lengua y lo inaugura el documento más antiguo escrito en gallego que se conoce, el Foro do Bo Burgo de Castro Caldelas, de 1228, prestado por la Casa de Alba. En este apartado, que incluye el Coloquio de 24 gallegos rústicos de Frei Martín Sarmiento, se demuestra cómo tanto las instituciones (Libro de Actas del Concello de Santiago) como los ciudadanos empleaban este idioma (como ejemplo, se incluyen varias cartas, entre ellas una felicitación del chantre de la catedral de Salamanca a Rosalía). También se muestra por primera vez al público el manuscrito de ¡Máis alá!, de Manuel Antonio.

En el tercer "capítulo", los comisarios dibujan a Galicia como cuna de "conocimiento". En él se puede contemplar el libro de Febrero que se usó en toda Europa como manual de jurisprudencia o el del lalinense José Rodríguez, un matemático que realizó una medición de los meridianos que corrigió la de los británicos. No faltan ni las tablas de logaritmos que fueron premiadas en la Exposición Universal de París de 1867.

Finalmente, "Do país" cierra el libro de la exposición. En ese último habitáculo el visitante se paseará entre descripciones del Reino de Galicia, sus peces, su economía, su música (gracias al Cancionero manuscrito de Marcial Valladares), sus petroglifos, sus oficios, sus cruceiros o sus estampas (de la mano de Ksado).

"Parece difícil imaginar un mejor escenario para rendir este sentido homenaje a la cultura de nuestro país", concluyó Roberto Varela.