Dice que huye de la literatura con moralejas que pretende adoctrinar al lector y se encuentra cómodo escribiendo desde cuentos a novelas. Óscar Esquivias se licenció en Filosofía y Letras y comenzó desde muy joven su carrera como escritor, en la que ya ha ganado diversos premios de prestigio como el Setenil al mejor libro de relatos con "La marca de Creta". Ahora publica "Pampanitos verdes" en la gallega Ediciones del Viento, una colección de cuentos en la que los jóvenes son los protagonistas.

–Pampanitos verdes, ¿qué significa ese título?

–Es el título de uno de los cuentos del libro, un cuento de Navidad que escribí para un libro de relatos de este tipo. Mezcla la alegría, el tono humorístico y el jolgorio de los villancicos con un punto de tristeza y melancolía y, cuando me puse a escoger un título, creí que ese era el más adecuado porque esa combinación de humor y melancolía es la que he adoptado en todos los cuentos del libro.

–Están protagonizados por jóvenes, ¿se dirige sólo a ese público?

–Para nada, son relatos para adultos. Son diez cuentos que he escrito en los dos últimos años, desde que gané el Premio Setenil. Son relatos independientes, de extensión variable, todos con ambientes variados: uno en Roma, cuatro en Burgos, donde nací… no hay una unidad en ellos.

–En muchas de sus obras ha tirado por el lado histórico. ¿En este libro hay Historia?

–No, en los cuentos de esta obra se refleja la realidad actual, todos tienen un tono realista y están ambientados en el presente.

–¿Qué trata en ellos?

–Las relaciones personales, las paterno-filiales… todos los protagonistas tienen en común que son personas jóvenes en un momento de transición: niños que pasan a ser adolescentes, adolescentes que pasan a la madurez… cuando me puse a recopilar los cuentos para este libro descubrí que los últimos que había hecho, de casualidad, seguían casi todos este patrón.

–¿Qué opina del fenómeno best-seller y de que los jóvenes sólo lean ese tipo de libros?

–Los jóvenes y los adultos. Me parece casi asfixiante el fenómeno best-seller; tú llegas a una librería y lo más vendido no es Dostoievski, sino Ken Follet. De forma típica se dice que los jóvenes no leen, pero no ocurre una cosa diferente con los adultos. Yo creo que los lectores adolescentes son más inquietos, más curiosos y más apasionados que los mayores y cada libro acaba encontrando a su lector. Al final la buena literatura siempre encuentra su hueco.

–Usted escribió una trilogía. ¿Quizá marcado por la moda de otras como Milenium, Crepúsculo, etc.?

–No, qué va, no tuvo nada que ver con eso. La trilogía que yo escribí estaba basada en la Divina Comedia de Dante, y yo quise reflejar en tres libros qué podían ser para nosotros en nuestro mundo el paraíso, el infierno y el purgatorio. Si Dante hubiera hablado también del limbo, yo hubiera hecho una tetralogía.

–¿Sus narraciones tienen una moraleja?

–Yo soy un escritor que huye totalmente de las moralejas, de las historias que se nos cuentan con el fin de que aprendamos algo. En mis obras puede haber una visión del mundo, un campo de sentimientos, pero huyo de la literatura que adoctrina, que pretende enseñar o dar lecciones al lector. Trato de ser un escritor puro y mostrar las preocupaciones del ser humano.