Los españoles consumen Halloween igual que Coca-Cola, McDonalds, cine de Hollywood y jeans, porque las empresas estadounidenses son maestras en el diseño de eficaces campañas de mercadotecnia y el comercio local se suma gustoso a esas modas, si ve una ocasión para vender.

Ésta es la opinión de los sociólogos y psicólogos consultados por EFE, algo que no niega el sector del ocio, que cada año invierte más en la noche de brujas porque resulta altamente rentable.

Vicente Pizcueta, portavoz de la Asociación Nacional de Empresarios por la Calidad del Ocio, confiesa que esta fiesta arroja "cifras espectaculares", la de mayor crecimiento de los últimos diez años. "Halloween arrasa incluso en crisis", ha sentenciado.

Este año se sumarán a ella el 40% de los locales españoles, con más de 10.000 celebraciones en el conjunto del país, por donde deambularán cientos de miles de muertos vivientes, haciendo el agosto de las tiendas de disfraces.

Las propuestas son cada vez más extravagantes. Sirva de ejemplo la oferta de algunos locales que ha trasladado a EFE la Asociación Empresarial de Hostelería de la Comunidad de Madrid.

Una noche oscura dedicada a la practica del vudú, con muñecos de trapo o gallos decapitados; un laboratorio lleno de probetas burbujeantes, doctores locos y enfermeras diabólicas, o un plan de "noche de difuntos" con "crisantemos, crucifijos y llanto de muchas plañideras". Los amantes del cine pueden ir a un cóctel "Freddy Krüger" o "Alfred Hitchcock" donde habrá sustos para todos.

A la Iglesia Católica no le gusta esta celebración porque convierte en profano lo más sagrado, aunque los sacerdotes británicos han optado por "unirse o morir" y han hecho un llamamiento a disfrazarse de santos en lugar de hacerlo de diablos.

Alejandro Navas, profesor de Sociología, cree que la intención paródica y carnavalesca que rodea estos ritos responde a un intento de "evitar la confrontación seria con la muerte y el más allá, que resultan inquietantes e incómodos en una cultura centrada en el más acá". No descarta, tampoco,"un intento de eliminar las raíces cristianas de nuestra cultura".