El ayuntamiento de Cedeira (A Coruña) y el presidente asturiano, Vicente Álvarez Areces, han rendido hoy un homenaje a los presos asturianos que durante los años de la Guerra Civil pasaron por el campo de concentración de la villa y que, en algunos casos, fueron fusilados.

El acto se ha desarrollado este mediodía en el paseo marítimo, junto a la playa de A Magdalena, en el lugar de A Revolta, que entre 1937 y 1938 albergó las instalaciones de un campo de prisioneros políticos del franquismo, por el que pasaron 724 personas, la mayoría asturianos.

El presidente del Principado de Asturias, Vicente Álvarez Areces, se ha sumado al acto, junto a medio centenar de familiares y descendientes de los presos del campo cedeirés, que se desplazaron hasta la localidad desde el Principado en autobús, según indicaron desde la asociación Fuco Buxán.

Esta entidad cultural y la Asociación Memoria Histórica Democrática han organizado el acto.

El ayuntamiento, encabezado por su alcalde, José Luis Vergara, ha colocado un monolito de piedra en el lugar en el que estuvo el antiguo campo de prisioneros junto a una placa conmemorativa para recordar aquellos sucesos.

La corporación local también rindió homenaje a los concejales y al alcalde republicano que fueron ejecutados en los primeros días de la contienda.

Octavio Cabezas, hijo de unos de los presos, pronunció unas palabras de agradecimiento en nombre de todos los descendientes de los presos asturianos.

El campo de concentración de Cedeira se ubicaba en una antigua fábrica de salazón de pescado, hoy desaparecida. Se abrió a mediados del 1937 y allí eran trasladados todos los republicanos apresados en la zona norte, tras la caída del frente asturiano.

La primera expedición llegó en noviembre de 1937. Se trataba de republicanos capturados cuando trataban de exiliarse a Francia en pequeños barcos.

Los presos se amontonaban en un edificio insalubre y decenas de ellos fallecieron a causa de neumonías e infecciones, según ha indicado a EFE Enrique Barreda, historiador y miembro de Memoria Histórica Democrática.

Por el centro de detención de Cedeira pasaron más de 700 presos, la mayoría de ellos asturianos, pero también gallegos, vascos y del resto de comunidades, además de seis ciudadanos extranjeros, según consta en los registros consultados por Barreda.

El campo se clausuró en agosto de 1938 porque no reunía las condiciones de salubridad indispensables, ya que carecía de agua, retretes, luz y los tejados filtraban el agua, por lo que los presos fueron enviados a otros campos.

Barreda calcula que medio centenar de estos presos fueron ejecutados en una playa cercana.