Empezó con un solo hombre, Manuel Casal Lodeiro. Corría el año 1997 y este hijo de gallegos emigrados constató que internet "era la llave" para que el colectivo de la diáspora "se reconectarse con Galicia". Ahora, doce años después, fillos.org, la criatura virtual que nació de aquella fijación personal, cuenta ya con más de 6.700 miembros y se ha convertido, de facto, en el séptimo centro gallego en el exterior. Con la peculiaridad, eso sí, de que su ámbito de acción no se limita a Buenos Aires o a Ciudad de México, sino que abarca todo el mundo, al menos todos aquellos que posean una conexión a la red.

Desde México a Canadá, pasando por Uruguay, Chile, Argentina, Brasil o Estados Unidos, llegan los gallegos de segunda o tercera generación que recuperan a través de esta aldea global gallega, con su "concello", su "eira" y su "mercado", un contacto con sus raíces, aunque el perfil del visitante más habitual de la web sea, como explica Casal Lodeiro, el de una mujer de unos 40 años, argentina, nieta de gallegos, de cualquier profesión.

A través de fillos.org los emigrantes no sólo siguen en contacto, aunque sea virtual, con su tierra, sino también con su idioma. En la web pueden actualizar sus conocimientos de gallego e incluso ayudan a recuperar expresiones y léxico muy valioso que "tal vez ya se haya perdido aquí", como comenta Lodeiro.

Pero no todo va a ser trabajo. En la página también hay un lugar especialmente pensado para "mocear", porque no sólo facebook o tuenti tienen la exclusiva. Incluso, si el tiempo sobra, uno se puede ir de tiendas y hacerse con un libro, un disco o una camiseta de la tierra.

Además, y lo que agradecen muchos emigrados o sus descendientes, es que la iniciativa de Lodeiro se ha convertido en un punto de encuentro para familias cuyos pasos se perdieron a uno o a otro lado del Atlántico. Este mismo año, Dania encontró a sus parientes, por parte de su abuela, en el municipio de Rodeiro. La misma suerte unió a familiares de Argentina y Moraña, de Cuba y Cospeito, Brasil y Forcarei, Sao Paulo y Riós, o Venezuela y Pantón, por poner sólo algunos ejemplos de este 2009. Todo ello, como recuerda Lodeiro, gracias a la colaboración de Crisanto, un voluntario. Pronto un centenar de afortunados –de los casi 4.000 inscritos en el "Atopadoiro"– se habrán abrazado en persona con los de su misma sangre de este lado del charco. Otro de los milagros de una tecnología, argumenta Lodeiro, que tiene un "papel histórico que aún no se ha sabido aprovechar en nuestro país".

No obstante, no todo son alegrías, porque, aunque el número de miembros es muy elevado, apenas 30 socios –componentes de la Asociación Cultural Fillos de Galicia– colaboran económicamente para mantener el edificio en pie. "Es nuestro lamento permanente", comenta Casal. "Somos muy pocos socios y ese es un problema estructural importante", admite el fundador, quien añade que ahora mismo están "sufriendo una crisis de compromiso".

Al margen de estas diatribas internas, los emigrantes que acuden cada día a visitar esta Galicia virtual siguen emocionados. Para Elena Parajó, de Uruguay, fillos.org "es una gran familia y lo que nos une es el amor a nuestra Galicia". Silvio García, desde México, agradece a la web el haber podido regresar a Galicia: "Gracias a fillos materialicé mi ilusión de vivir en la tierra de mi madre. Fillos me orientó, con su cobertura de los cambios en la ley de extranjería, para conseguirlo".

Porque para Lodeiro, los emigrantes no son un simple "caladero de votos": Así, otro de los servicios que ofrece la web fundada por Lodeiro –aunque se trate de un servicio subcontratado porque no se pueden hacer cargo de él "directamente"– es el de gestionar papeles para aquellos que deciden intentar regresar al país que vio nacer a sus padres o abuelos. "Sobre todo nos piden que busquemos certificados de nacimiento de los padres o abuelos, que acostumbran utilizar con fines genealógicos o para tramitar la nacionalidad", explica el también secretario de la asociación.