¿Se puede detener una bala una vez que se aprieta el gatillo? Tal vez lo "importante" sea no resultar "gravemente herido". Esa es la metáfora que usa el padre de la Teoría de Gaia, James Lovelock, para definir el estado actual del proceso de calentamiento global por el cambio climático y lo que podemos hacer al respecto. El británico, que recibió ayer en Compostela el premio Fonseca de divulgación científica que otorga la Universidade de Santiago, es pesimista respecto al futuro del hombre, pero lo que le importa es Gaia, la Tierra entendida como un organismo complejo que se autorregula. "Hemos dejado el planeta hecho un desastre. Incluso ahora (...) seguimos hablando de desarrollo sostenible y energías renovables como si Gaia fuera a considerar esas pobres ofrendas un sacrificio aceptable", defiende.

–-¿La Tierra, en su "venganza", no penaliza a la gente pobre, que no es culpable de las emisiones contaminantes?

–-No se puede hablar de culpa. No lo hicimos deliberadamente para destruir el planeta. Cuando comenzamos a quemar cosas, hace un millón de años, no teníamos ni idea de las consecuencias. Como tampoco son culpables las plantas, aunque para que algo se pueda quemar tenga que haber oxígeno y éste se creó por la fotosíntesis de las plantas y provocó que desaparecieran millones de especies. Se puede decir que el ser humano hace tonterías, pero no que sea culpable. Podemos alterar la Tierra, pero reaccionará y la vida seguirá. No creo que lo que hagamos sea un problema para Gaia, sino para nosotros. Podemos extinguirnos, a la Tierra le dará igual porque aparecerán otras especies.

–¿Por qué defiende la energía nuclear?

–La energía renovable nunca podrá proveer suficiente electricidad. El problema de los residuos nucleares ha sido exagerado. No es en absoluto una amenaza comparado con la quema de combustibles fósiles. En todo caso, la energía nuclear una amenaza para nosotros, no para Gaia.

–Define a la Tierra, Gaia, como "única" y "preciosa". ¿Y si buscamos un planeta nuevo?

–Sería una locura. No hay escapatoria. En el Sistema Solar no hay otros planetas como la Tierra y hablar de salir de la galaxia es una entelequia. Tenemos el planeta más maravilloso y hermoso, posiblemente único en la galaxia. ¿Por qué no disfrutarlo?

–Afirma que esto es una guerra por la supervivencia. ¿Cómo actuar?

–En tiempos de guerra toda la gente se une más. Sufren unas privaciones que nunca soportarían en tiempo de paz. Dejarán de conducir sus coches y cosas coma esa. Y eso lo que necesitamos para enfrentarnos a la guerra climática que se está acercando. Porque las cosas se pondrán realmente muy difíciles.

–¿Cómo se logra esa unión?

–No lo sé. Soy un científico, no un político. Lo que sé es que el sistema tribal es muy fuerte. Hace cosas buenas por nosotros, pero también asquerosas, como los genocidios. De algún modo debemos movilizar esa energía para escapar de las consecuencias de esa guerra. Porque el cambio climático está muy cerca. Galicia será afortunada, porque el océano ejercerá una influencia refrescante. Pero en Galicia, como en Gran Bretaña, habrá refugiados del clima. De África, India, Bangladesh… Tendremos que darles un lugar donde estar, pero habrá un momento en que tengamos que decir basta porque tenemos una capacidad limitada, como ocurre con una lancha salvavidas. Tal vez llegará un momento en el que habrá tanta presión demográfica que correremos incluso el riesgo de una guerra civil. Y habrá problemas con los alimentos. Tendríamos que prepararnos. No sé cómo porque no soy político. Pero sé que eso, esa cuestión de organización, es un problema más urgente que construir molinillos para aprovechar la energía eólica y cosas similares. Eso sólo son gestos, pero no llevan a ningún sitio. Se hace dinero con ello, pero realmente no se hace nada con eso.

–¿No sería una pena que el hombre, con el que la vida ha alcanzado la conciencia, se extinguiese?

–Sería terrible si perdemos a la humanidad porque llevó casi 4.500 millones de años, un cuarto de la edad del universo, en desarrollarnos. Sería una pérdida terrible, una gran desilusión. Vale la pena que sigamos, aunque deberíamos mostrarnos cautelosos. Tal vez tengamos que luchar entre nosotros para conseguir la supervivencia.

"La supervivencia no es cosa de educación, sino de apañárselas con muy poca comida"

–¿La educación puede hacer algo para que la siguiente generación no cometa los mismos errores y logre salvarse?

–La supervivencia requiere una especie de instinto y de memoria, requiere otras habilidades diferentes. La educación te enseña a conducir y a cosas como esa, pero ese no es el problema con el que nos enfrentamos. El problema será cómo apañárselas con muy poca comida y cosas como esa. La supervivencia no es un asunto de la educación.

–Las nuevas tecnologías, ¿servirían para algo?

–No creo que robots y aparatos semejantes nos vayan ayudar demasiado a sobrevivir. Tal vez resulte más la ingeniería, para que deliberadamente podamos incidir en el clima. Y eso se podría hacer de un modo relativamente fácil. El problema es que esto tampoco es la respuesta válida para el problema que tenemos. Sabemos demasiado poco. Sin querer podemos compartamos como los doctores del siglo XIX que tenían a un paciente con neumonía y con fiebre y podían reducir la fiebre introduciéndolo en un barreño de agua fría, aunque eso no sólo no curaría la enfermedad, sino que probablemente lo mataría. Y eso es lo que se debería recordar cuando los científicos dicen que resolverán el problema poniendo esto o lo otro. Puede que funcione, pero a lo mejor no nos proporciona la respuesta que necesitamos.