En una mesa, un montón de pañuelos, camisetas, chaquetas y una bolsa con ropa de bebé. En la otra (la contigua) cintas de vídeo y agendas de oficina. Un poco más a la derecha se visualiza un montón de ya olvidados discos de vinilo, viejas revistas de viaje, cuadernos Santillana, novelas y juguetes. Una pareja se acerca, van cargados con dos bolsas de plástico, son las colecciones - completas - de Érase una vez el hombre y Érase una vez la vida “mi hijo ya se las vio todas hace tiempo, ahora les toca a otros”.

Esto es el Vigotroca, un mercadillo mensual creado por y para ciudadanos, con el apoyo de organizaciones como Amarante, Árbore, Caleidskopio, Verdegaia y el Centro Social do Calvario. Su mensaje es sencillo: extender por la ciudad el consumo consciente, la reutilización y el reciclaje.

“Todos tenemos en nuestras casas un montón de trastos o ropa que ya no utilizamos. Lo que intentamos hacer es reeducar a la gente para que se desprendan de éstos y puedan darlos a otras personas que también los necesitan”, explica Matilde, quien afirma practicar el préstamo desde siempre y haberse unido hace un año a la iniciativa.

En Vigotroca no hay compradores ni vendedores y no existe otra forma de pago que el trueque. Es un intercambio justo: lo que tú necesitas por lo que yo necesito. Sencillo, sin problemas de cuentas o de falta de efectivo.

La organización del “tinglado” es bastante simple, cada uno trae sus objetos y su mesa. Si no tienes, no pasa nada, que te la prestan. A mayores, el mercadillo se organiza por secciones: está el “área de cesión”, donde se despliegan los objetos que la gente entrega a los encargados para que los intercambien y la sección “de particulares”, donde cada uno expone sus bártulos y hace sus propios “trapicheos” atendiendo a lo que más le convenga.

“Llevamos haciendo esto unos quince meses, aunque antes ya habíamos organizado trueques unas dos o tres veces”, explica Laura, que comenzó a venir, sobre todo, para echar una mano con la organización de cada puesto y traer algún que otro objeto de oficina que ha ido acumulando durante los años de trabajo.

“Es la primera vez que vengo aquí y estoy realmente impresionado, es increíblemente admirable el tiempo y esfuerzo que esta gente dedica a los demás. La próxima vez que venga, traeré algo para intercambiar”, declara Jose Mari.

Este grupo de vecinos y comerciantes “altruistas” se da cita el último sábado de cada mes, entre las once y la una del mediodía, frente al mercado del barrio de O Calvario o en el antiguo Centro Cultural de la calle Numancia, si llueve”.

Oferta y demanda en la red

“La gente también acude a nuestra web para hacer los intercambios, allí puedes encontrar de todo, aunque abundan los objetos más grandes como sofás o bicicletas”, indica Matilde.

El portal de trueque vigués se llama www.vigotroca.arkipelagos.net y sus dominios abarcan todo tipo de productos. Los hay que intercambian una Wii por un ordenador, o los que canjean impresoras, cuadros, puzzles y plantas. Entre tantos bienes materiales también existe una sección exclusiva para la oferta y demanda de servicios: un masaje terapéutico reiki, un coche para soportes publicitarios, reparaciones y restauraciones, etc. Aquí lo normal es que se utilicen los unos a los otros, no obstante sorprendente ver cómo algunos van más allá; no negocian, regalan.

“Cambio dos lavabos nuevos por... no sé. Si no tenéis nada para intercambiar los regalo”, anuncia Fabri.