Las muñecas han salido de su casita para dar la vuelta al mundo, reivindicándose a sí mismas en la calle a través de accesorios. Buena prueba de esta moda naïf son las muñequitas-broche de la firma gallega Sago. El accesorio, de lo más chic, ha comenzado a derribar fronteras al ofrecerse en la última tienda abierta en Madrid por la diseñadora Alma Aguilar (una de las creadoras asiduas a la Madrid Fashion Week, Cibeles). “Foi unha sorpresa, a verdade. Puxéronse en contacto comigo tras ver os broches nunha reportaxe; mandeillas e dende hai uns catro meses véndense con outras marcas na tenda de Alma Aguilar”. La principal baza de Sago, la delicadeza transformada en tela que se traslada a broches, lazos o diademas. La segunda clave -o primera, según se considere- el trabajo artesanal de su creadora, Ana María Piñeiro, de 30 años de edad.

Natural de Aldán, en Cangas, hace año y medio decidió fundar su pequeña empresa en Vigo (ahora, acaba de trasladarse a Compostela) tras sus estudios de diseño de moda y después de trabajar para una compañía del sector. “Quería traballar para min mesma, explica, quería montar algo pequeno para vivir tranquila. Decidín apostar polos complementos porque non tiña cartos nin espazo para crear unha marca de roupa. Tiña que ser algo que puidese empezar eu soa desde cero. Pensei nos debuxos que fixera sempre e decidín transformalos en bonecas”.

El resultado han sido ya cuatro colecciones de muñecas elaboradas a mano durante horas en el “santuario” que es su taller. Cada una, con un nombre diferente, no representan el alter ego de esta artesana-artista. No obstante, una de ellas, Jeanne, sí se ha convertido en el alter ego de su mejor amiga a la que dedica en cada colección uno de los modelos.

Amuletos viajeros

El caso de Sago no es el único que ha encontrado en las muñecas una salida para penetrar en el difícil mundo de la moda desde las coordenadas gallegas. Otra firma es Logaro, auspiciada por Lola García. Los estilismos de ambas creadoras, sin embargo, son diferentes. Sago apuesta por muñecas-broche de tres centímetros de alto; mientras que Logaro propone un accesorio de mayor envergadura, 15 centímetros.

La pieza estrella de la ourensana Logaro es Manuela que incluso dispone de un blog propio en internet (dondeestamanuela.blogspot.com) donde se pueden seguir las andanzas y viajes de las Manuelas alrededor del mundo de la mano de sus compradoras-portadoras. “Al principio, para mí, vender una Manuela era como vender un hijo. Una amiga mía me propuso crear un blog para saber de ellas y así nació la idea. Ahora, Manuela se ha convertido en un amuleto viajero”, explica Lola García.

Llevarse una Manuela (como broche, collar) para casa o el resto del mundo supone una inversión de entre 30 y 40 euros. “Son piezas para perdurar en el tiempo”, explica García quien incluso las realiza por encargo a petición de sus clientas.