Ana Abad de Larriva / VIGO

El recuerdo es un pensamiento recurrente en el ser humano. Gran parte de nuestras acciones van dirigidas a crear una imagen concreta en otras personas para, consecuentemente, ser recordadas por ella. Pero la cosa no es así de sencilla y son muchas veces las anécdotas curiosas, los episodios vergonzosos, las acciones públicas y un larguísimo etcétera de circunstancias non gratas las que nos identifican ante los demás, y no los actos épicos. Paradójico y cruel, ¿verdad?

A Carla Pinto le gustaría que se refiriesen a ella como "la auxiliar de clínica que me ayudó a...", en vez de ser Carla Gran Hermano, "porque no hice nada grande allí". Cree que no está bien recordar a una persona por una única cosa y eliminar lo demás; "es una pena que haya mucha gente que vea el reality como lo único que hice, máxime después de cinco años". Reconoce que el programa produjo cambios en la gente que la rodeaba y "perdió su intimidad".

Después de diez años trabajando en una residencia privada, que sólo interrumpió para entrar en GH, ha ocupado recientemente una vacante de auxiliar en el Sergas. "Yo nací en Portugal pero a los tres meses mis padres me llevaron a Salamanca, por eso me considero salmantina". Sin embargo, fue Galicia la tierra que la encandiló: "Me

enamoré de ella y ya llevo aquí una década". Estuvo años en Vigo y ahora vive en Salvaterra con su hija de un año: "En estos momentos soy salvaterrense".

"Es difícil compaginar la vida familiar con la laboral y las madres tenemos pocas facilidades", expresa, para referirse a su situación actual. Quiere opositar para el sistema sanitario gallego y "no tengo idea de irme fuera".

"Criar a mi hija, trabajar para comer y ser feliz". Los tres deseos que Carla pide para su vida. ¿Y si le ofreciesen otra cosa? Algo relacionado con la televisión, por ejemplo. "No puedo dejar mi vida aquí, que forma parte de mí. Lo compaginaría de forma temporal y a corto plazo, siempre que fuese una propuesta acorde con mis principios", responde rotundamente. Y, ¿volvería a GH? Ella participó la primera vez para "aliviar gastos", porque "ves que trabajas a destajo, tienes tres ocupaciones y, aun así, cuesta salir adelante". Y, con la experiencia que ya tiene, no dudaría en repetir: "Sí, es mucho más fácil hacerlo si sabes a lo que te enfrentas; la vivencia es totalmente diferente desde dentro y sabría manejarme mejor".

Y es que ella no notó muchos efectos negativos, sólo por parte de "la gente envidiosa". Pero Carla, de 28 años, ha tenido y tiene un buen remedio contra eso: "A palabras necias, oídos sordos".

Ha dicho adiós a las trenzas que lucía en su paso por la casa de GH y reconoce tener un contacto "muy lejano" con los otros participantes del reality. "Cada uno tiene que volver a su vida, a pesar de que cueste acostumbrarse a ser conocida cuando vienes de ser una persona completamente normal", dice convencida. Además, explica que "es difícil mantener contacto telefónico y yo el móvil lo uso poco". Y viendo la atención constante que dedica a su hija, "una niña preciosa", no es complicado imaginarse el porqué.